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Viernes, 9 de noviembre del 2018


DONALD TRUMP Y LA LIBERTAD DE PRENSA

Por Hernán Maldonado

El presidente Donald Trump no ha disfrutado de una luna de miel con la prensa, ni siquiera cuando fue candidato porque tiene una propensión irrefrenable a objetarla, criticarla, demonizarla. Ha puesto de moda la expresión “fake news” (noticias falsas) y no se aparta de esa cantaleta.

El miércoles, en su rueda de prensa tras los resultados de las elecciones del “supermartes”, se enfrascó en un toma y dame con el reportero de CNN, Jim Acosta, cuando éste le preguntó si ciertamente consideraba una “invasión” la eventual llegada a Estados Unidos de la caravana de desplazados centroamericanos que avanza hacia la frontera.

Trump podía repreguntarle si Acosta ¿no consideraría una invasión el que alguien quiera meterse a su casa sin permiso? Quizás se agotaba ahí mismo el tema. Pero, no ocurrió así y Trump se impacientó con el reportero y éste, a su vez, pecó de impertinente repreguntando y aferrándose al micrófono que una asistente de la Casa Blanca pugnaba por despojarle.

Este incidente copó las primeras planas de la prensa mundial y no importó nada de lo que dijo Trump en una hora y 27 minutos. La Casa Blanca y CNN intercambiaron comunicados. La defensa de libertad de prensa, elevada en los altares, fue el argumento principal de la cadena y de no pocos medios de Estados Unidos y el mundo.

Algo que caracteriza desde tiempos inmemoriales a Estados Unidos es precisamente esa libertad. Ya el presidente Thomas Jefferson lo había dicho: “Prefiero periódicos sin gobierno a un gobierno sin periódicos”. Y sin duda esto prevalecerá.

Ahora, otra cosa es que el Cuarto Poder, como se le llama en muchos países y cuya principal función es velar porque se cumplan las leyes, tenga por representantes a quienes se creen con el derecho de gobernar desde la prensa y se confunda al columnista de opinión con el reportero o éste se convierta en tal.

El mexicano-americano Jorge Ramos, ancla de Univisión, fue expulsado por Trump de una rueda de prensa el 2015, y desde entonces es una enemigo del presidente y se ha convertido en un activista político a favor de los inmigrantes. Recientemente chocó con su colega de la cadena Fox, Sean Hannity, quien ante el obstinación de Ramos de que se favorezca a los centroamericanos que se acercan a la frontera estadounidense, le preguntó ¿a cuántos de esos refugiados Ud. recibiría en su casa? El adalid de los refugiados no supo qué responder.

Al margen. Tampoco es saludable que desde el poder se intimide o aplaste a los periodistas como ocurre en las dictaduras castrochavistas. Rafael Correa, en Ecuador, cerró medios, persiguió periodistas y expulsaba de sus ruedas de prensa al que le daba la gana, incluyendo a aquella joven a la que llamó “gordita horrorosa”.

El prototipo del abusivo y matón fue Hugo Chávez. Acabó con la prensa libre en Venezuela al comprar o cerrar un centenar de medios, apabullándolos económicamente o persiguiendo a sus periodistas. Cuando alguien le hacía alguna pregunta molesta, lo primero que hacía era preguntarle su nombre y el medio para el que trabaja, como para que sus esbirros tomaran nota de lo que tenían que hacer.

Evo Morales no se queda atrás. No solo que compró medios o fundó decenas para ponerlos a su servicio, sino que persigue, exilia a periodistas o los amenaza con enjuiciarlos. En una rueda de prensa, ante una pregunta que le pareció incómoda, tuvo el descaro de decirle al periodista que el gobierno sabia de sus aventuras extramaritales ¿?

Así nomás es, diría el fallecido colega Cayetano Llobet.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.