Domingo 28 de abril del 2002
LA HORA DE LAS TROMPADAS
Por
Hernán Maldonado
Felizmente el brazo de las autoridades electorales no sobrepasa nuestras fronteras porque, de lo contrario, hubieran prohibido la circulación de la edición del 8 de abril de The New Yorker, la famosa publicación estadounidense en la que sale malparado el capitán Manfred Reyes Villa.
Las Cortes Electorales departamentales de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz han vetado en las últimas semanas las denuncias del Movimiento Nacionalista Revolucionario sobre las supuestas malandanzas del ex alcalde cochabambino, líder máximo y candidato presidencial de la Nueva Fuerza Republicana.
El argumento central es el de impedir que la "guerra sucia" emponzoñe el actual proceso electoral con vistas a los comicios de junio.
Los movimientistas, que hasta hace poco tenían claro el panorama hacia una victoria de su candidato Gonzalo Sánchez de Lozada, abrieron las hostilidades cuando Reyes Villa comenzó a subir en las preferencias del electorado.
Los eneferistas han decidido no responder a sus adversarios y no precisamente porque quieran contribuir a una pulcra campaña electoral, sino porque sus argumentos parecen endebles. En el fondo quizás avizoren un eventual pacto en el parlamento a la hora de elegir al próximo presidente porque ya es sabido que tras la hora de las trompadas vendrá la de los besitos… con tal de usufructuar del manejo de la cosa pública.
William Finnegan (Leasing the Rain) en un kilométrico artículo en The New Yorker retrotrae aspectos de lo que se conoció en abril del 2000 como "la guerra del agua" cuando en Cochabamba mandaba el alcalde Reyes Villa, el más fervoroso partidario de Misicuni.
Reyes Villa, como aliado del ex presidente Hugo Bánzer en las elecciones de 1997, defendió a capa y espada el multimillonario proyecto acuífero de Misicuni, enfrascándose en una ácida batalla verbal con el entonces presidente Sánchez de Lozada, que proponía un proyecto más modesto como el de Corani.
"Los cochabambinos deben decir si quieren Misicuni o si quieren agua", dijo Sánchez de Lozada y el alcalde lo calificó de "cojudo". Reyes Villa fue tan convincente que Bánzer, con la bandera de Misicuni, ganó las elecciones en esa ciudad.
Pero Misicuni significaba un precio muy alto, de manera que cuando a principios del 2000 los cochabambinos empezaron a recibir sus facturas cuadruplicadas sin haber bebido aún el agua prometida, estalló la rebelión popular con su aporte de muertos, heridos, ingentes daños a la propiedad y la huída de Cochabamba de la empresa multinacional Aguas del Tunari.
En medio de la refriega, Reyes Villa trató de desmarcarse del gobierno poniendo cara del "yo no fuí", pero Bánzer bombardeó la ciudad con panfletos en los que aparecía la firma del alcalde autorizando la elevación de las facturas del agua hasta en un 34 por ciento. NFR no tuvo más remedio que salir del gobierno.
En las aciagas horas de la furia popular, quedó también registrado el afán de Reyes Villa de acallar a sus rivales en sus emisoras leales. Cuando entraba alguna llamada criticándolo, la protesta era apagada con música marcial, según reseña del diario Los Tiempos.
La popularidad de Reyes Villa empezó a rodar cuesta abajo. Casi de inmediato surgió el caso de la escuelita construida en Potosí a nombre de NFR, con fondos de los contribuyentes cochabambinos. Por si fuera poco, se desató el escándalo del pequeño ejército de periodistas a sueldo del municipio, varios de los cuales tuvieron que renunciar y más de uno sancionado por su colegio respectivo.
Arreciaron también los pedidos para investigar cómo es que aparecieron varias urbanizaciones donde el metro de terreno costaba precios módicos y que de la noche a la mañana aparecieron con luz, agua, alcantarillado y asfalto en sus calles, centuplicando su valor.
Finnegan se hace eco de las especulaciones de entonces en Cochabamba cuando los malpensados dijeron que las siglas de NFR correspondian a la frase "nueva forma de robar".
La muerte en un accidente de una de sus hijas provocó que Reyes Villa se alejara voluntariamente de la alcaldía y se fuera a Miami por un largo tiempo para regresar en enero del 2001 dispuesto a conquistar la presidencia de la república.
En ese empeño esta ahora haciéndose el sordomudo a los señalamientos que le hace el MNR, partido cuyo mayor error es no haber probado esas acusaciones en las instancias judiciales a su debido tiempo.
El ex alcalde, sin que le quede nada por dentro, ha dicho que posee una fortuna de 2 millones de dolares, una prueba de su magnífica gerencia al frente de su inmobiliria Marevi, porque obviamente ningún militar en Bolivia llega jamás esa cifra con su sólo sueldo, ni siquiera por haber sido hombre de confianza del encarcelado corrupto-presidente Luis García Mesa.
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