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Viernes 20 de enero 2012
LAS TRADICIONES INFALTABLES
Por
Hernán Maldonado
En los Juegos Olímpicos de Tokio en uno de los deportes acuáticos uno de los pocos bolivianos en competencia ocupó el quinto lugar y en algunos diarios paceños se calificó la actuación de histórica.
Los ánimos para elevar al candidato a héroe a los altares del Olimpo se enfriaron cuando trascendió que sólo cinco competidores disputaron la final de la prueba.
Nuestro deporte es tan huérfano de logros significativos que últimamente hasta llegar en un 31 lugar en una competencia de motociclismo se considera una hazaña.
Es el caso del motociclista cruceño Juan Carlos Salvatierra, cuya participación en el Rally Dakar 2012 fue seguida por la prensa nacional con una devoción asombrosa.
El que haya superado en cinco puestos su clasificación de 2011 le valió elogios rimbombantes. Uno se pregunta si la Real Academia tendría que inventar nuevos adjetivos si acaso llegara el 2013 entre los primeros 5.
Salvatierra es una promesa y ya luce sobre su pecho la Medalla Nacional al Mérito Deportivo. La pasión encendida es de tal tamaño que el presidente Evo Morales promete un sustancioso apoyo económico si el próximo Dakar pasa por carreteras bolivianas.
La idea, según se me ocurre, es promover el turismo. No está mal, pero esto debía ser más el resultado de una planificación que de un arranque emocional.
Esa aparentemente también es la idea al ponerle en los hombros a Ronaldinho un poncho tarabuqueño. El astro brasileño, ya con el sol a las espaldas, está en Bolivia para un compromiso por la próxima edición de la Copa Libertadores de América.
Me imagino que Morales, devoto aficionado y practicante cotidiano, hará honor a su condición de "primer futbolista nacional" para fotografiarse con el astro del Flamengo, dos veces declarado como el mejor futbolista del mundo.
Quizás también que a las autoridades civiles se les ocurra declararlo "Huésped Ilustre", sin importarles que el superastro, ya en decadencia, tiene a su entrenador con la cara larga por supuestas faltas contrarias a la "moral y las buenas costumbres".
Pero "así nomás había sido", diría el finado Cayetano Llobet que solía retratar de cuerpo entero a sus compatriotas.
¿Todo esto es nuevo en el proceso de cambio? De ninguna manera. Son tradiciones infaltables que se transmiten de generación en generación o que se las inventan, como las más recientes: Lo de las "ñatitas" y el "Halloween de la zona Sur".
Nada nuevo bajo el sol. A propósito, con tres lustros de atraso vi la película "El día que murió el silencio" y disfruté muchísimo recordando sitios de la geografía valluna que recorrí en mi niñez.
La fotografía recrea lugares e inmuebles que estaban allí desde hace añales y todavía están. Pero lo que más me encantó es cómo Pablo
Agazzi desnuda dramáticamente una parte del alma nacional, dibujada en un pueblo que cree abrirse a un proceso de cambio.
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