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Domingo 22 de junio del 2008


TARJETA AMARILLA PARA EVO

Por Hernán Maldonado

Estados Unidos le sacó tarjeta amarilla a Evo Morales, pero el presidente boliviano, tan habilidoso con un balón en sus pies, tanto que se registró para jugar en un equipo profesional, no da muestras de haberse enterado de lo peligroso que es seguir en la cancha con ella a cuestas.

Desde la banca parece que nadie le informó al "primer futbolista nacional" que George W. Bush está por abandonar el gramado, pero que sus eventuales reemplazantes han dicho que no quieren al frente a jugadores como Fidel Castro o Hugo Chávez. John McCain, más directo, advirtió que no permitirá otra Cuba en la cancha.

Por esa ignorancia, y mal asesorado por su DT en la cancillería, David Choquehuanca, Morales aplaudió a la poblada que el 9 de junio intentó tomar por asalto la embajada estadounidense en La Paz. Una marcha "digna de admiración y respeto", dijo sobre esa "movilización contra el imperio".

Unos 300 policías cumplieron con su deber al contener a los desaforados ganándose el agradecimiento del embajador Philip Goldberg. Pero el gobierno aparentemente buscaba sangre porque se enfureció contra los policías e inmediatamente echó de su cargo a su jefe, Coronel Víctor Hugo Escobar.

(A propósito, los policías parecen haber entendido el mensaje al punto que el pasado fin de semana turbamultas ocasionaron saqueos e incendios de oficinas gubernamentales en Potosi y ninguno intentó sofocar el motín).

¿Desconocen nuestras autoridades que los marines que custodian su embajada tienen instrucciones de defenderla hasta el último hombre? ¿Esa masacre buscaba el gobierno, instigador de la movilización? El vocero de prensa del Departamento de Estado, Gonzalo Gallegos, recordó el peligro al que se expuso ese día "las vidas de ciudadanos estadounidenses y bolivianos".

El flagrante irrespeto a la Convención de Viena no podía quedarse sin respuesta. Washington llamó a Goldberg. En el lenguaje diplomático esto es muy serio, porque significa que el disgusto está más allá de lo que vale una nota de protesta, de por si ya muy grave para expresar el deterioro de unas relaciones diplomáticas.

Choquehuanca calificó el viaje de Goldberg como "un procedimiento normal", aún cuando éste advirtió que su regreso a Washington era "un procedimiento poco usual". El vicecanciller, Hugo Fernández, exigió al diplomático "respeto a la soberania" boliviana, un respeto que no se atreve a pedir a Chávez so pena de perder el cargo.

Morales, por su parte, soberbio y sin medir las consecuencias de sus palabras, deseó que EEUU no sólo llamara a su embajador, sino a USAID, agencia de ayuda a la que le atribuye afanes conspirativos desde que asumió el gobierno, sin haber presentado hasta ahora ninguna prueba.

A la llegada de Goldberg, el Departamento de Estado convocó, y esto también es serio en el lenguaje diplomático, al embajador boliviano Gustavo Guzmán para que dé garantías de que Morales y su gobierno seguirán respetando el Convenio de Viena. EEUU exige "fair play", pues.

En el lenguaje futbolero rige la amonestación verbal contra la groseria, el juego brusco, malintencionado, ilegal, tramposo, etc. La tarjeta amarilla significa "advertencia por última vez". Ojalá que nuestros futbolistas disfrazados de políticos lo tomen en cuenta. Amén.





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