Domingo 30 de marzo del 2008
EL SINGULAR SOCIALISMO CHAVISTA
Por
Hernán Maldonado
Está por cumplirse una década de la prédica socialista del presidente Hugo Chávez y por todo lo que se ve en su país, el venezolano sólo muerto dejará a un lado su tradicional propensión a vivir en una economía de libre mercado y de hacer con su dinero lo que le venga en gana.
Con su retórica inacabable Chávez dice que "ser rico es malo", pero ni siquiera en su familia le oyen, según asegura el diputado Wilmer Azuaje, quien pese a ser chavista denunció la semana pasada en la Asamblea Nacional a hermanos del presidente por supuesto enriquecimiento ilícito.
Y es que la fortuna, como la tos, no se puede ocultar. Ya el diario El País de España aludió hace pocas semanas a la riqueza de la familia Chávez en el estado de Barinas. Doña Elena, la madre del petrodictador, filmada en 1999 como un humilde ama de casa, ahora aparece en fotografías exageradamente enjoyada en autos lujosísimos y acunando en sus brazos a un pekinés.
Dos de los hermanos, funcionarios en la gobernación de su padre Hugo de los Reyes Chávez, declararon hace una década que sus fincas tenían un máximo de 20 hectáreas. Recientemente Chávez dijo haber visto desde su avión enormes extensiones de terreno improductivos en su natal Barinas y ordenó su expropiación. Azuaje reveló que son 21 fincas compradas por sus hermanos a través de testaferros.
Líderes opositores como Julio Montoya revelaron anteriormente estos casos, pero el gobierno dijo que eran intrigas de agentes del imperialismo. El que un diputado de su propio partido repita ahora las denuncias, muestra que la corrupción familiar es inocultable o a Chávez le están creciendo los enanos.
La cháchara socialista de Chávez cayó en saco roto. No sólo sus familiares, sino la boliburguesia, como se llama a los nuevos ricos, hacen tal ostentación de su riqueza que todos parecen decir: "Eso de ser rico es malo, no va conmigo". Cotidianamente la prensa muestra a jerarcas bolivarianos pavoneándose en emblemáticos sitios vacacionales del "odiado imperio", con sus mansiones en exclusivos barrios capitalinos y en sus carros último modelo.
Pocas ciudades del mundo cuentan con una zona exclusiva de aristocráticos restaurantes como en Las Mercedes de Caracas. Diariamente un mar de gentes pugnan por un asiento a la hora del almuerzo o la cena en cuyas mesas es casi un ritual rendir culto a un whisky de 18 años.
Pero donde la "Venezuela socialista" le hace una fea mueca a Chávez es el centro comercial Sambil. Ni siquiera en Estados Unidos hay un "mall" como el que se levanta en el centro de Caracas y en el que se dan cita todos los días, desde la noche a la mañana, miles de personas para comprar todo lo que se puede comprar, desde un reloj Cartier o un Iphone a una empanada de queso de dos dólares.
"A mi Chávez no me va a decir lo que puedo comer, beber o cómo debo vestirme. Con mis churupitos (dinero) hago lo que me da la gana", me dice un taxista. Chávez, que reparte al voleo mediante misiones y becas parte del enorme dineral que recibe por el petróleo que le vende a su "enemigo imperial", insiste en la construcción de un socialismo a la cubana que sólo está en su cabeza porque el venezolano nació y aspira a seguir viviendo en una economía de libre mercado. Aunque en los supermercados no hay café, harina, azúcar, carne, huevos y pollo, el venezolano tiene los bolsillos llenos. El gran problema estallará cuando bajen los precios o no haya petróleo para vender.
|