Lunes 14 de enero del 2002
JORGE QUIROGA CON EL AS EN LA MANGA
Por
Hernán Maldonado
El presidente Jorge Quiroga ha alargado sus pantalones y juega con cartas propias su futuro político y así parecen haberlo comprendido finalmente los "dinosaurios" de su partido que ahora le están ofreciendo la jefatura de Acción Democrática Nacionalista.
Qué lejos está aquel 6 de agosto del 2001 cuando el joven presidente, con lágrimas incontenibles, se abrazaba a su mentor el general Hugo Bánzer Suárez, cuando este le dejó el cargo aquejado por el cáncer que lo acerca a la muerte todos los días.
El "muchachito" político de entonces parecía no entender a cabalidad que el país estaba cansado de Bánzer. El "besamanos" se extendió cuando el propio Quiroga ordenó que de las oficinas y edificios públicos no se quitara el retrato del general renunciante. El ex dictador todavía gobernaría desde las paredes.
La vieja guardia de ADN tenía virtualmente en el puño al treintañero presidente. Pero la realidad de un desgobierno corrupto e incapaz como nunca antes tuvo el países le abrió los ojos a Quiroga y poco a poco fue desmarcándose, en lo que pudo, de la gestión de su "padre adoptivo".
Tan malo era el gobierno de Bánzer que ha bastado algo de sinceridad en las palabras de Quiroga, en la franqueza de su lenguaje, en algunos actos y por ahí alguna decisión ejecutiva de relieve, para que surgiera como el político a tener en cuenta para el futuro.
Se ha dado cuenta de ello y mientras más dinosaurios aparecen todos los días implicados en graves casos de corrupción, Quiroga le ha estado quitando el cuerpo a ADN y ni siquiera, prevalido del cargo, ha buscado desbancar a sus rivales dentro de su partido, porque sabe que el tiempo juega a su favor.
Bánzer y sus dinosaurios convocaron a la convención que elegirá a sus nuevos dirigentes y a los candidatos presidenciales del partido para fines de enero y Quiroga les dijo que no asistiría porque en esos días tiene que recibir a su colega peruano Alejandro Toledo.
A Quiroga le habría encantado que los dinosaurios hubieran realizado su congreso sin su presencia. Ahí se habrían puesto una lápida encima, no sólo por sus malandanzas políticas, sino porque la mayoría de ellos, más que sesentones, habrán sido derrotados por el almanaque para las elecciones del 2007 cuando Quiroga pondrá toda la carne en el asador.
Los dinosaurios tuvieron que recular. Postergaron la convención hasta que Quiroga esté disponible y Bánzer, en un desprendimiento ajeno a él, anunció que le cederá la jefatura del partido porque, entre otras cosas, "desde que perdí a los mios, siempre lo consideré un hijo".
Más allá de ese paternalismo, el general enfermo parece haber visto con claridad que la única forma en que prevalezca ADN después de su muerte es entregando el mando partidario a las nuevas generaciones que nada tienen que ver con los orígenes dictatoriales del banzerismo y que se inscriben más bien en una especie de derecha-tecnocrática.
Por todo esto, Quiroga es quien ha quedado con un as bajo la manga y en las próximas semanas deberá jugarla con cuidado para no estropear la imagen que se ha creado a los ojos de la ciudadanía al desmarcarse del régimen que en estos últimos cuatro años ha dejado al país un crisis moral y material de grandes proporciones.
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