Lunes 13 de mayo del 2002
LOS MERCACHIFLES DE LA POLITICA
Por
Hernán Maldonado
Como en ninguna otra oportunidad, y con algunas honrosas excepciones, la escoria de la política se dio cita en estos últimos cinco años en el Palacio Legislativo. En una tarde cualquiera si a alguien se le ocurriera gritar: corrupto, ladrón, descarado, sinvergüenza, tránsfuga, estafador, tramposo, pillo, faltón, etc, podría pensarse que allí están pasando lista.
Las pillerías comenzaron inmediatamente de instalarse la actual legislatura cuando entre gallos y medianoche los "honorables" se aumentaron abusivamente los sueldos, los de sus suplentes y se asignaron cada quien "asesores" en distintas materias dada su ignorancia supina en temas fiscales, económicos, jurídicos, políticos, etc.
Pero ni cobrando sueldos por encima de los 4.000 dólares mensuales (un maestro de primera categoria gana unos 350 dólares) cumplieron sus labores. Fue una legislatura de mediocre para abajo. Con sólo decir que desde hace tres años no se llenan las vacantes que se han producido en la Corte Suprema de Justicia, está dicho todo.
La sinvergüenzura parecía venir de muy atrás cuando se develó que los presidentes de la cámaras de diputados y senadores tenían "derecho" a dietas vitalicias por haber ejercido esos cargos, aunque en algunos casos esos presidentes lo hubieran sido sólo accidental o temporalmente.
Ahora, con motivo de la jubilación de los diputados Benjamín Miguel y Guillermo Bedregal, ha salido a luz que el erario nacional deberá desembolsar hasta un millón de dólares para pagarles sus jubilaciones. ¿Es esto posible en un país pobre como el nuestro?
Otro caso digno de Ripley, el diputado Germán Medrano está encarcelado por la venta fraudulenta de terrenos de los Ferrocarriles Nacionales y se probó que todavía cobraba como tal.
La "comadre" Remedios Loza, que durante su campaña electoral del 97 se presentó como la abanderada contra el neoliberalismo, ni bien se sentó en su curul se abrazó a Hugo Bánzer y le dio su voto para que fuera elegido presidente olvidándose que el general era uno de los padres del decreto 21060.
Ahora la "comadre" diputada, que sólo en contadas ocasiones apareció en las sesiones, resolvió alejarse de su antiguo partido populista Condepa y en su empeño por volver al parlamento se alió sin rubor alguno con toda su cofradía, incluyendo su marido, a Unión Cívica Solidaridad (UCS).
Nuestros "honorables" demoraron cuatro años en desprenderse de su colega Roberto Landívar, principal acusado en la quiebra fraudulenta del Banco Bidesa por 60 millones de dólares y dejaron pasar meses antes de dar luz verde al procesamiento del diputado Luis Alberto "Chito" Valle por sus bellaquerías al frente de la prefectura de La Paz.
Cuando se votaba el desafuero de Landívar fue curioso, por decir lo menos, la actitud abstencionista del diputado Andrés Soliz Rada. Rara posición del adalid de la anticorrupción que hasta inclusive escribió un libro contra el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Quizás por eso tuvo matices sospechosos la veloz expulsión del diputado Evo Morales, al que podría acusarse de ser autor intelectual de muchos desmanes en el Chapare, pero que sus "delitos" tienen la misma gravedad que los cometidos por otros de sus colegas y que tienden a perderse en la oscuridad del tiempo.
Todavía uno se pregunta porqué no avanzaron los procesos para quitarles el fuero al diputado Leopoldo López, por el negocito del contrabando de carne cuando era ministro del Trabajo; a Tonchi Marinkovich por el negociado de las vacunas cuando fungía como ministro de Salubridad y pare de contar las malandanzas del ex ministro de Defensa, el diputado Fernando Kieffer.
Otro caso similar es el del senador Guido Camacho, ex prefecto de Cochabamba, sobre el que pesan varias acusaciones sobre el manejo de fondos por el terremoto de Aiquile y Totora.
Una diputada por Oruro fue despojada de su fuero para su juzgamiento en un caso penal y otra por Cochabamba, Miriam Maesse, espera ahora el pronunciamiento de la cámara por las denuncias que le atribuyen por haber medrado con el tráfico de influencias para la obtención de pasaportes y visas a Estados Unidos.
Los senadores Edgar Lazo, Wilson Lora y Oscar Daza, con graves acusaciones sobre el infame caso de Maragua, en Potosí, se libraron de su juzgamiento sólo por el apañamiento de sus colegas, según ha demostrado el periodista Juan José Toro, quien develó todo el oscuro caso de esas graves irregularidades en las elecciones de 1997 que incluyeron falsificaciones de listas, boletas y votos.
En el mismo caso estaba involucrado el senador Gonzalo Valda y de no pocas cosas se acusó a su colega Gastón Encinas. Resulta ahora que estos dos personajes de cola de paja, a quienes su propio partido el MIR resolvió no postularlos para la nueva legislatura, decidieron pasarse a UCS, sin siquiera ponerse rojos. Un transfugio a lo Jalisco, cargo de senador incluido.
Pero el descaro llega al colmo porque estos dos caballeros, apenas instalado el congreso en 1997, exigieron que el jefe de UCS, Johnny Fernández, pagara su deuda de 10 millones de dólares al fisco, pero ahora como flamantes testaferros hablan de una "conjura" del gobierno contra su nuevo jefe y hasta tienen riñones para interpelar al ministro de Hacienda y al director del Servicio de Impuestos Nacionales.
Durante 15 años Fernández eludió pagar la cuantiosa deuda. Utilizó decenas de abogados y centenares de recursos judiciales. Se negó a pagar inclusive cuando la Corte Suprema de Justicia, el último tribunal del país, le ordenó hacerlo. Hasta el Tribunal Constitucional le exigió el pago, pero el empresario cervecero se niega apelando a chicanas inconcebibles.
Como Fernández todavía parece estar lejos de apelar ante el Tribunal Celestial, ha resuelto presentarse como candidato presidencial. Será entonces el tribunal popular, con su voto, el que dé su veredicto en las elecciones del 30 de junio. El voto, empero, no será para que pague o no su deuda, sino tendrá un valor ético y debería alcanzar a toda esa cáfila de "honorables" que en estos últimos cinco años han enlodado el parlamento boliviano.
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