Domingo 15 de febrero del 2004
EL PERIODISTA MENTIROSO
Por
Hernán Maldonado
José Vicente Rangel es actualmente el vicepresidente de Venezuela. Antes de llegar al cargo fue uno de los periodistas más respetados de su país, pero ahora se ha convertido en un hombre odiado, pero no por su alianza con el "proceso revolucionario", sino por su inmensa capacidad para la mentira.
Conocí a Rangel por los años 70 cuando Teodoro Petkoff, Pompeyo Marquez y Guillermo García Ponce, recién llegados de la montaña y con olor a polvora, se escindieron del Partido Comunista y fundaron el Movimiento al Socialismo (MAS).
Rangel, que se proclamaba independiente y que se había ganado un sitial de honor en la defensa de los derechos humanos durante los años de la represión guerrillera, fue elegido candidato del flamante partido.
Apareció en gigantescos afiches y los más entusiastas creían ver en él a una reencarnación del beato venezolano José Gregorio Hernández. Cuando las encuestas hacían subir los bonos del MAS, el poderoso sector empresarial auspició unos afiches en los que Rangel aparecía ocultando una metralleta.
La Venezuela "saudita" se asustó y el MAS alcanzó poco más del 10 por ciento de los ocho millones de votos depositados.
El hombre de los principios impolutos tuvo un traspié en 1979. Por razones que él explicó como los de la "amistad" salvó con su voto (50-49) al ex presidente Carlos Andrés Pérez por el escándalo del "Sierra Nevada", un barco frigorífico comprado a Suecia por cinco millones de dólares y que nunca sirvió para nada.
Quizás nunca se hubiera producido el "caracazo" con su millar de muertos si Pérez hubiera sido juzgado e impedido de volver a incursionar en la política.
Pero ya para 1983, pese haber prometido que "nunca más sería candidato si no era por el MAS", Rangel dividió descaradamente a la izquierda venezolana al lanzarse por un conglomerado que le restó posibilidades a Petkoff .
Después pareció retirarse de la política y desde los micrófonos se convirtió en un implacable juez contra los corruptos. "Cicerón", que no era otro que él mismo, puso al descubierto incontables casos de corrupción en los gobiernos que se sucedieron desde 1983 a 1998.
Pero el periodista volvió a la política con el presidente Hugo Chávez y mostró la otra cara. En función de sus intereses personales y políticos echó mano de la mentira y el cinismo para mantenerse vigente hasta el día de hoy.
Una reciente encuesta del diario "Tal Cual" sobre los peores males de Venezuela en el quinquenio chavista, lo situó en el tercer lugar con 19.56 por ciento, por encima inclusive del aumento de la delincuencia (16.39), que produce semanalmente un promedio de 45 muertos en Venezuela.
Ni siquiera muestra un mínimo decoro con tal de mantenerse en el poder. El propio Chávez, quizás sin conocer a fondo la historia, en un discurso desde Londres, cuando fustigaba a los que apañaron a los corruptos en Venezuela y mencionó el caso del "Sierra Nevada", lo señaló tácitamente. A Rangel no se le movió un pelo.
Con tal de agradar a Chávez es capaz de decir las mentiras más ridículas. Cuando la huelga que paralizó Venezuela dos meses entre diciembre del 2002 y enero del 2003, declaró: "El país está en completa normalidad". A los periodistas les contrainterrogaba "¿Qué paro? ¿Cuál paro?
El colmo del cinismo fue cuando se le preguntó sobre el golpe de Estado que encabezó Chávez el 4 de febrero de 1992. "Eso no fue un golpe de Estado, fue un golpe de opinión", dijo Rangel.
El sábado 400.000 personas salieron en Caracas a exigir que el Consejo Supremo Electoral respete las firmas con las que piden el referendo revocatorio contra Chávez.
Los periodistas preguntaron a Rangel qué opinaba de esa demostración de fuerza popular. Su respuesta fue otra vez cínica: "Fue una presencia invisible de la oposición".
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