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Lunes 29 de julio del 2013
EL PAPA FRANCISCO JALA OREJAS
Por
Hernán Maldonado
Los más entusiastas lo llaman ya el "papa de los pobres", "el revolucionario", pero para los que lo conocen desde antaño sigue siendo el humilde cura Jorge Mario Bergoglio ahora convertido en el líder espiritual de más de 1.000 millones de católicos en el mundo.
Su primera visita como Obispo de Roma a Latinoamérica no será olvidada fácilmente. No solo por las enfervorizadas multitudes que lo siguieron y oyeron durante una semana, sino por lo que ha dejado sembrado en el corazón de millones de personas, aún de los que no creen en Dios.
"No sigo ninguna religión, pero todo lo que dice el papa Francisco tiene mucha lógica. Estoy emocionado con su prédica", dijo Jules Casien, un ingeniero electrónico en su cuenta en Tweeter. Análogas expresiones se leen en el popular sitio de Internet. "Soy un católico no militante y alejado de la Iglesia, pero el papa Francisco nos está mostrando un camino lleno de amor y esperanza", escribió Bernando Calleja S.C. desde Cochabamba.
Andrea Tornielli, uno de los mejores vaticanistas y columnista de La Stampa, publicó hace algunas semanas una biografía del papa Francisco en la cual muestra la sencillez en la que siempre vivió como cura, obispo y Arzobispo en su Argentina natal.
Por todo lo relatado por Tornielli ninguna palabra del papa Francisco en Brasil es nueva respecto a su compromiso con los pobres, los ancianos, los más necesitados. El ahora Pontífice, aún como Arzobispo, seguía viviendo en su humilde vivienda, cocinándose sus alimentos y transportándose en el Metro bonaerense.
Esa humildad ha impresionado al mundo y por eso su mensaje ha llegado a todos los rincones. Convocó a la Iglesia a "salir a la calle" y que "abandone la mundianidad, la comodidad y el clericalismo… Dejemos de estar encerrados en nosotros mismos…".
"Que me perdonen los obispos y los curas si los jóvenes les arman lío, pero ese es mi consejo", subrayó. Quizás como a ninguna parte el mensaje del Papa parecía estar dirigido a la Iglesia Católica estadounidense, especialmente cuando recomendó los sacerdotes a no ser "rigoristas" ni convertir a sus parroquias en una "aduana pastoral". Se refería a los excesivos requisitos que a veces se exige para la administración de los sacramentos.
Criticó que en algunas parroquias no se bautice a niños de madres solteras. "Tengamos en cuenta que esa madre tuvo el valor para continuar con el embarazo y ¿con qué se encuentra? Con una puerta cerrada…" Luego puntualizó: "Quien se acerca a la Iglesia debe encontrar las puertas abiertas y no fiscales de la fe".
En mi parroquia se exige 800 dólares para la celebración de un matrimonio, 500 por bautizo particular y 200 por bautizo comunitario. No todos pueden pagar esas sumas y se está alejando a los fieles, al exigirles a los padres o los contrayentes, además, al menos seis meses de asistencia a cursos de evangelización.
Hace poco vi a un hombre de mediana edad, vestido de cuello y corbata, con dos pequeños hijos pidiendo limosna a la salida de la iglesia. El párroco le pidió que abandonara el lugar recomendándole acudir al "ministerio de los pobres". Quizás allí podría encontrar alimentos, pero ¿qué tal si este buen hombre, aquejado por la brutal desocupación que afecta a más de ocho millones de estadounidenses, necesita de medicinas, pagar cuentas o la renta de su apartamento? Fue una experiencia muy dolorosa y por eso me siento reconfortado por las palabras del Pontífice. Obviamente van a cambiar muchas cosas en la Iglesia Católica estadounidense. ¡Gracias papa Francisco!
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