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Miércoles 4 de abril 2012


"EL QUE TENGA OIDOS, QUE OIGA..."

Por Hernán Maldonado

Hace una semana que el Papa Benedicto XVI acabó su viaje a Cuba y en Miami, la "capital del exilio", las discusiones son inacabables sobre los resultados de la visita. Si pudieran medirse las opiniones a favor y en contra, se concluiría en que fue un fracaso.

"¿Vió? El Papa se dio la mano con los tiranos y ni siquiera aceptó reunirse con las Damas de Blanco", me dice doña Juana, empleada del gimnasio al que acudo y que vive exiliada en Miami desde hace 43 años.

La mayoría de casi un millón de cubanos exiliados que han hecho de Miami su segunda patria, creen que el Papa pudo hacer más. Los más optimistas esperaban que el Santo Padre condenara al régimen.

Esto se refleja en los programas radiales, en la televisión y en la prensa. Algunos creen que Juan Pablo II hizo más cuando visitó la isla y exhortó a sus habitantes "no tener miedo".

Juan Pablo sembró en los corazones de los cubanos y los frutos, aunque incipientes, se ven ahora con una Iglesia que revive lentamente tras la brutal persecución de los años 60-70. Las liberaciones de los 70 presos de la "primavera negra" fueron logradas por el Cardenal Jaime Ortega Alamino, al que el exilio considera un "complaciente".

Hay misas hasta en casas particulares porque muchos fieles se inhiben de asistir a las iglesias y la celebración del cuatricentenario de la aparición de la Virgen del Cobre reunió a multitudes a lo largo y ancho de la isla. Cada vez llegan más sacerdotes.

El mensuario Magnificat, producido en España, se reparte libremente y en grandes cantidades como lo atestigua Monseñor José Félix Pérez, Secretario Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Cubana. Un boletín eclesial alude a la falta de libertades. Y hasta la Navidad fue restituida.

Nada de esto estaba permitido por el castrismo hasta antes de la llegada de Juan Pablo II. El actual Papa, por lo pronto logró que la tiranía autorice este año la celebración del Viernes Santo.

Y es que muchos creen que el Papa es un líder político y no espiritual y ahí está su error.

El escritor Carlos Alberto Montaner destacó que Benedicto XVII encontró en Fidel Castro "a un ancianito físicamente desvalido, mentalmente errático y con graves dificultades para comunicarse. Está liquidado. El Papa, que es un hombre bueno, oró por él. Esa es la costumbre cristiana".

Y los que piensan que el Papa no fue lo suficientemente duro con los tiranos, olvidan que, providencialmente o no, en la misa de Santiago de Cuba, la primera lectura fue la profecía de Daniel (3,14-20, 91-92, 95) que alude a la gloriosa resistencia de Sidrac, Misac y Abdénago contra la brutalidad del rey Nabucodonosor.

Benedicto XVI hizo mucho en Cuba y, sin decirlo, les recordó a todos la hermosa parábola de la cizaña (Mt 13 36-43) que precisamente concluye con la frase: "El que tenga oídos, que oiga". Amén.