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Domingo 28 de febrero del 2010
LA DECENCIA DE UN "POBRE NEGRO"
Por
Hernán Maldonado
Del preso político cubano Orlando Zapata Tamayo se puede decir con toda propiedad que "prefirió morir de inanición a vivir en un Estado en putrefacción".
La dictadura cubana carga en su conciencia la muerte de un demócrata más. A diferencia de lo ocurrido en 1972 con Pedro Luis Boitel, esta vez los Castro no han podido eludir su culpabilidad por el fallecimiento de un preso en huelga de hambre.
Zapata Tamayo fue detenido junto a otros 73 disidentes en la primavera del 2003. Era quizás el menos instruido entre las decenas de intelectuales condenados a largas penas por el "delito" de oponerse a la longeva dictadura.
Fue condenado a tres años de cárcel. Se negó a vestir el uniforme de presidiario y fue apaleado. Organismos internacionales lo calificaron como un "preso de conciencia", pero nada conmovió a la tirania dispuesta a escarmentarlo.
A este humilde "albañil, pobre y negro", según su propia madre, lo juzgaron nuevamente por su rebeldia hasta sentenciarlo a 26 años. Insistía en que no era un delincuente común, sino un preso político. La nomenclatura cubana buscaba doblegarlo. No podía ser que un pobre, y peor aún negro, por quien se hizo la Revolución, pudiera alzarse contra ella.
La más reciente paliza, cuyas huellas podían aún observarse en su cadaver, ocurrió en Octubre. Fue suficiente. Zapata Tamayo inició en Diciembre su huelga de hambre. Sus carceleros le negaron por 18 días incluso el agua. Luego aceptaba solo los líquidos que podía darle su madre, pero ya los riñones habian sufrido daños irreparables.
La larga agonia de 85 días acabó la semana pasada. Lo trasladaron a un hospital únicamente para que no se les muriera en la cárcel. El mundo democrático se impactó de tal modo que hasta el propio Raúl Castro debió "lamentar" la muerte, aunque culpando a... Estados Unidos. Estaba a su lado, riéndose cínicamente, Lula, el presidente de Brasil.
Los tiempos actuales de los Lula, los Kichner, Correa, Ortega, Morales, nos muestran que los asesinatos políticos cometidos por sus socios izquierdistas no los conmueven, ni merecen una palabra de condena. El mismo día que morìa Zapata Tamayo, todos ellos venian de su Cumbre en Cancún, "nido de víboras", en el lenguaje maya.
Hasta México calló. ¿Será que sigue funcionando el chantaje castrista en Chiapas?. O es como revela el ex canciller Jorge Castañeda que el actual presidente Felipe Calderon tiene viejas simpatias con la Revolución Cubana y que, además, no quiere problemas internos con el PRI y el PRD, desde siempre procastristas.
En Bolivia el mutismo fue notable. Tampoco puede pedirse más a un gobierno en el que pululan los comunistas. Esos modernos "revolucionarios", angurrientos de la ubre estatal, muchos de ellos cachorros de los que dejaron en el más miserable de los abandonos al "Che" Guevara en Ñancahuazú.
Descansa en paz, Orlando Zapata Tamayo, pobre, negro y albañil, que con tu decencia y valentía te levantas como un gigante para gritarles desde tu tumba su cobardia a tus asesinos y sus cómplices en el continente.
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