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Domingo 16 de mayo del 2004
LAS MAYORIAS SILENCIOSAS E INVISIBLES
Por
Hernán Maldonado
En momentos en que Bolivia, quizás como nunca antes en los últimos años, tiene ante si condiciones favorables para mejorar su situación economica, deslastrarse de gran parte de las injusticias sociales y acentuar su democracia, transita estos días la trillada senda del conflicto que, como sabemos de sobra, sólo conduce a un mayor atraso.
Unas minorías que se arrogan la representación de las mayorías toman las calles, bloquean los caminos, decretan huelgas, marchan, transgreden la ley y pretenden dictar hasta el mismísimo presidente Carlos Mesa lo que debe hacer.
Y el gobierno blandengue está en un papel de bombero, impidiendo por aquí y allí que el incendio tome mayores proporciones. Para ello obra demagógicamente, levanta en muchos casos los brazos, y se deja vapulear por los violentos.
Cuando unos ciudadanos de buena fe convocaron a concentraciones por la paz para el 9 de mayo, para demostrarle a esas minorías insensatas que el país está harto de su demagogia, realmente pensé que las plazas y calles del país rebalsarian de gente.
Pero fue una desilusión. En La Paz, donde partió la iniciativa, los asistentes no llegaron ni a 5.000 y en Cochabamba y Santa Cruz fue mayor el ridículo. En ninguna parte se vió a ese 70 u 80 por ciento de gentes que según encuestas apoyan a Mesa y que piden que se lo deje gobernar.
Esos miles de bolivianos, "cansados de la verborrea y violencia sindicalista", prefirieron quedarse en casita. La "mayoria silenciosa" se convirtió en una mayoría indiferente, indolente e invisible.
Realmente creí que las multitudes saldrían para expresar su apoyo no sólo a la paz, sino a decirle al país que Bolivia ahora sí, con el gas, tiene las armas como para pensar inclusive en volver al mar. Pensé que abogarían por la unidad en un año que pinta como uno de los mejores para su producción de soya, de estaño, etc.
No ocurrió nada de eso. La conflictividad, la iracundia, la irracionalidad se impuso. Y el desmadre es general. Nuestros parlamentarios, es decir el país político, aprobó en el Senado la ley que garantiza la inmunidad de los militares estadounidenes, justamente en la semana en que se revelaron las atrocidades de esas tropas en la cárcel de Abú Ghoreib.
El Tribunal Constitucional, no podía quedar atrás en el concurso de estupideces. Resolvió desconocer el fuero militar. Podrán argüirse razones legales, pero su decisión tuvo cierto tufillo político. Y si ésto no es verdad, entonces ¿por qué no se obró ya así en el caso del capitán Robinson Iriarte, el alegre francotirador de la "guerra del agua"?
Y las fuerzas armadas reaccionaron inconstitucionalmente. Pueden llamarle lo que quieran a su pronunciamiento pero para mi, del alto mando para abajo, incurrieron en rebelión. ¿Qué otra lectura pueden darle a su acuertelamiento sin autorizaciòn de su capitán general y el que acudieran en traje de campaña a su cita con éste?
Bolivia ha asistido a ocho días disparatados que no nos hacen ser optimistas. Hasta el "embajador" Evo Morales, al que le debemos que Venezuela siga siendo un mercado seguro para nuestra soya y aceites, retoma su postura bochinchera y amenaza con sus huestes cocaleras por el "chanchullo" en el Senado.
¿Dónde empezó a perder el paso el gobierno de Mesa? Quizás fue en Unduavi. Bastó que unos centenares de cocaleros bloquearan la vía para que el gobierno levantara las manos, desistiera de construir un retén policial y empezara a andar por la misma senda de sus predecesores de los últimos años.
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