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Lunes 25 de abril del 2011
¿QUE HACEMOS POR BOLIVIA?
Por
Hernán Maldonado
La pregunta que antecedía a la firma era como un latigazo. "Dígame, mi amigo: ¿Qué hacemos por Bolivia? Max Rocha Segovia".
Hoy ya no está. Se fue este Viernes Santo. Fue en agosto pasado. El mensaje electrónico me llamó la atención. Pero ¿quién era Max Rocha Segovia? No tenía idea.
Alguno de mis amigos a los que envío directamente mis artículos semanales me recomiendan, a su vez, a sus amigos. Ahora no recordaba quién, y me parecia una enorme torpeza preguntárselo a él dado que parecía estar muy identificado con mis escritos, así que indagué discretamente antes de responderle.
El colega Tomás Molina Céspedes me recordó que fue él quién me dio su dirección eléctrónica y por eso, un poco mecánicamente, le copiaba semanalmente mis artículos. Entonces recién le respondí a Max todavía impresionado por su pregunta, potenciada al saber de quien se trataba.
Max Rocha Segovia era un tarijeño que desde muy joven se fue a vivir a Cochabamba y allí se radicó después de haber culminado la carrera de Derecho. Su esposa, también abogado, estuvo hasta el año pasado como presidente de la Corte Superior de Distrito.
Pero lo que más me sorprendió de Max es que desde hace años era diabético y que dos veces por semana asistía a sesiones de diálisis por carecer de riñones. Me impresionó vivamente que este anciano, que podía dedicarse sólo a cuidar de si y de disfrutar del amor de la esposa, hijos, nietos y amigos, estuviera todavía preocupado por lo que pasa en el país preguntándose: "¿Qué hacemos por Bolivia?"
Por esto es que en mi reciente viaje a Bolivia quise conocerlo personalmente. Compartí una tarde con sus amigos y me abochornó pidiéndome que me sentara en la mesa al lado suyo. Un hombre culto, de conversación fácil y rica en anécdotas. Me contó que un hermano mayor suyo, sacerdote jesuita, está superando los males propios de la edad en base a una dieta de ajonjolí.
Víctima de la diabetes como él, me parecía increible que no mostrara ningún signo de decaimiento y participara con entusiasmo y risa franca de la conversación picarezca propia de una fiesta del Día de los Compadres, tan peculiar en la campiña cochabambina.
Pienso que Max adivinó lo que nunca le hubiera preguntado porque cuando regresé a casa me encontré con un mensaje suyo cuyo fondo musical tenía a Frank Sinatra interpretando "My Way".
Era su manera de ser y nada le hubiera hecho cambiar. Hoy leo en facebook los mensajes de los que le conocieron desde siempre y el común denominador es de agradecimiento por los años que Max les regaló como familiar, profesional, amigo y consejero. Descansa en paz, querido Max.
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