Lunes 27 de mayo del 2002
MARLENE LA CANDIDATA DE UCS
Por
Hernán Maldonado
Fuí franco, directo y terminante: "Marlene, en un cargo así, si mi jefe inmediato me califica de ingenuo e inexperto, lo menos que haría es renunciar inmediatamente", le dije.
Ocurrió el pasado mes de enero y era la segunda vez en menos de un año que aconsejaba a nuestra embajadora en Estados Unidos, Marlene Fernández del Granado, a tomar una decisión de esa naturaleza.
Era inconcebible que el ministro secretario de la Presidencia de entonces, Mauro Bertero, la acusara de "manosear el cargo" y el canciller Gustavo Fernández hablara de su supuesta ingenuidad e inexperiencia, luego que Marlene dejara entrever que aceptaría ser candidata a vicepresidente por un partido que no era ADN.
Conocí a Marlene a principios de los años 80 cuando coincidimos en la mesa latinoamericana de la United Press International en Washington con los compatriotas Ana María Romero de Campero, Luis Minaya Montaño y Arturo Von Vacano.
Cuando nuestros caminos profesionales se separaron allá por 1987, nuestra amistad se mantuvo incólume hasta que la nombraron embajadora. Antes de esto Marlene, desde CNN, me honró varias veces pidiendo mi opinión sobre agudos temas periodísticos, en algunos de los cuales hasta expuso su vida.
No supe nada más de ella hasta julio del año pasado cuando le aconsejé por primera vez que renunciara. Era una afrenta que en un miniconsejo de ministros realizado en Washington, a raíz de la enfermedad del presidente Hugo Bánzer, el titular de Información, Manfredo Kempff, le hubiera "sacado" de la reunión.
Era un error descomunal y hasta humillante que se excluyera a la embajadora del proceso comunicacional que la situación requería, más si el foco de atención ocupaba una cama del hospital Walter Reed de la capital norteamericana.
Por eso ocurrió que diariamente los periodistas de las grandes cadenas, de las agencias noticiosas, de los medios hispanos etc, que buscaban noticias sobre al evolución de la enfermedad de Bánzer, absurdamente eran enviados por la embajada a hacer sus preguntas al Ministerio de Informaciones en La Paz.
"Como periodista, como embajadora, como conocedora de los requerimientos de los medios en Estados Unidos, nadie más indicado que tú para ser la portavoz y si te ordenan que cierres la boca, lo que debes hacer es renunciar inmediatamente", le dije.
"Te imaginas el escándalo justamente en estos momentos. ¿En qué quedaría la imagen del país?", preguntó y se quedó en el cargo.
A la vuelta de la esquina su imagen e idoneidad fueron malamente expuestas por Bertero y Fernández. Esta vez la explicación que me dio Marlene para no renunciar fue que el propio presidente Jorge Quiroga le había pedido que finalizara ante el senado norteamericano las gestiones para lograr las preferencias arancelarias.
Finalmente Marlene renunció (la prensa dijo que la echaron porque desde Palacio se ordenó que se le pidiera la renuncia en el día), pero no por los motivos anteriores, sino para habilitarse sorpresivamente como candidata a vicepresidente de Unión Cívica Solidaridad. Esta vez no sonó mi teléfono y me alegro por ello. Le hubiera dicho que quizás, después de todo, el canciller y Bertero no exageraron.
Claro, qué otra cosa puede decirse si acepta la postulación utilizando medios que pone a su disposición el Estado (manoseo del cargo), se anima a incursionar en la política de la mano de un deudor del fisco (ingenuidad) y tras haber vivido la mayor parte de los últimos 20 años fuera de Bolivia (inexperiencia).
Todavía no entiendo cómo es que Marlene pudo zambullirse en esas aguas poco cristalinas. Una periodista investigadora como ella, que cortó rabo y orejas en casos memorables como el del panameño Manuel Noriega, ¿no se enteró que el líder de UCS, Johnny Fernández, es un empedernido evasor de impuestos?
La Corte Suprema de Justicia, el Tribunal Constitucional y la Corte Nacional Electoral, en lo que respecta al asunto de fondo -- el pago de impuestos --, han dicho su última palabra y lo demás es chicanería pura. ¿Lo sabe esto Marlene?
Parece que no, porque más bien anunció que en nombre de su nuevo jefe apelará a la Corte Interamericana y cuidará que el "abuso" de nuestros más altos tribunales no pase bajo la mesa en la gran prensa estadounidense. Quizás se le olvidó que en Estados Unidos Al Capone fue a la cárcel, no por sus asesinatos, extorsiones y secuestros, sino por no pagar impuestos.
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