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Miércoles 9 de junio de 1999


¿POR QUE NO BOTAN AL
"MINISTRO LOQUITO"?

Por Hernán Maldonado


Fernando Kieffer

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Miami - A estas alturas no cabe duda que el ministro de Defensa, Fernando Kieffer debe tener un padrino de kilates para mantenerse todavía en el cargo a pesar de las barrabasadas en que ha incurrido desde que fue posesionado en el cargo hace casi dos años.

El excelente papel fiscalizador de la prensa boliviana ha logrado hasta ahora que una media docena de corruptos, entre ellos dos ministros y dos alcaldes, hayan sido defenestrados, pero Kieffer parece soldado a su puesto.

Por momentos daba la impresión de que sería "renunciado" pero la posibilidad se congeló cuando trascendió que su salida del ministerio estaba supeditada a su nombramiento como presidente de la Cámara de Diputados.

Nuestro ministro, pues, está en la categoría de los políticos denominados "corchos", pase lo que pase, siempre salen a flote.

¿Se salvará Kieffer del nuevo chaparrón que le cae encima por la malversación de los fondos destinados a los damnificados por el terremoto de Aiquile y Totora?

En realidad las nuevas acusaciones son minucias comparadas con las anteriores porque tratan, por ejemplo, de la adquisición de 315 quintales de fideos a un precio de 48.825 bolivianos, cuando el valor del producto en el mercado en junio de 1998 era de 39.375 bolivianos.

O que compró colchonetas a 18.6 dolares, cuando las mismas estaban a 15 en otras proveedurias.

Kieffer, sostiene que sus detractores buscan protagonismo y por iniciativa propia ha pedido investigación a la Contraloría, aunque el parlamento ya lo ha hecho.

La Contraloria puede tomarse todo el tiempo del mundo para investigar la montaña de recibos, comprobantes de pagos, pagarés, facturas, vales, etc, etc que Kieffer ha producido (por ejemplo sólo en el caso de la compra de fideos, arroz, azúcar, etc, el papeleo consta de 50,000 hojas), pero lo que aparece como claro caso de corrupción está por encima de ese papeleo.

Está, como dicen los buenos abogados, en lo que se llama las "pruebas circunstanciales". Ahí es donde peca Kieffer. Es el caso del avión Beechcraft adquirido a un costo de casi 3 millones de dólares sin la licitación correspondiente con dineros que debían ir a favorecer a los damnificados del feroz terremoto.

Y resulta que el avión ese ni siquiera ha aterrizado en Aiquile, ni ha prestado el fin que supuestamente debía prestar. Ha sido convertido en el único avión de una "compañía aérea" manejada por el ministerio donde hasta ahora los costos de operación son mayores que los ingresos.

Kieffer, cuando asumió el ministerio, ya dejó en claro que cobraría, pagaría y se daría el cambio. Una de las primeras cosas que hizo fue desprenderse del general Luis Montero Sankys, que estaba a cargo de Defensa Civil. También concentró en su despacho todo lo relacionado con la intendencia de las Fuerzas Armadas.

Anteriormente las tres fuerzas gozaban de cierta autonomía para manejar sus presupuestos de avituallamiento de la tropa. Kieffer, asumió el papel de furriel. Por eso es que se explica que en medio de la compra de quintales de fideos, papas y arroz, figure también la adquisición de miles de botas. Los último es que el ministro reveló la adquisición de herramientas, víveres y otros bienes por valor de 24.2 millones de bolivianos, sin respaldo legal correspondiente. El ministerio de Hacienda le había negado la autorización por no estar respaldada en una ley de emergencia. Cuando Kieffer fue puesto al descubierto, a manera de excusa sostuvo que de esa suma "solo" se había gastado 4 millones.

En medio de estos negocitos de dudosa claridad, Kieffer se ha dado tiempo para incursionar con poco éxito en política internacional, como cuando se puso a alabar el que unos chilenos izaran la bandera boliviana en Taltal (en otras oportunidades hicieron lo mismo) para llamar la atención de sus autoridades por el abandono de ese pueblo minero.

A raíz de esas desaprensivas declaraciones justamente el canciller chileno José Miguel Insulza lo llamó "ministro loquito", poniendo en apuros a nuestra cancillería.

A principios de este año, el "ministro loquito" volvió a incomodar al gobierno al proponer públicamente la rescisión del contrato con la compañía chilena Cruz Blanca, capitalizadora de los ferrocarriles bolivianos.

El planteamiento no hubiera atraido mayor atención de no ser que, la misma semana en Madrid, el propio vicepresidente, Jorge Quiroga, hacia gala de su mejor inglés para convencer a un nutrido grupo de capitalistas estadounidenses y europeos de las seguridades que da Bolivia a la inversión extranjera.

En mayo se cumplió un año del terremoto de Aiquile y Totora. La reconstrucción avanza a tres velocidades: lenta, lentísima y superlenta, contrariamente a los negocios que florecieron a costa de la desgracia de esos pueblos.

Ojala eso fuera lo peor. No. Lo peor es que le robaron la fe a la gente, a los miles de donantes. Ahí esta el caso de Kevin el pequeño que necesita un transplante de medula y para quien ha sido dificil que sus compatriotas escarben el bolsillo ante el temor de que sus contribuciones vayan a ser malversadas.

Y a más alto nivel la cosa es humillante. El representante del BID en Bolivia, David Atkinson, nos mostró la correa la semana pasada. "Si en la utilizacion de recursos del BID identificamos desvíos o manejos fuera de los objetivos y procedimientos de transparencia... o si se determina o confirma una acto de corrupción, suspenderemos de inmediato el desembolso de la operación", dijo.