Martes 16 de octubre del 2001
LA DESINFORMACION EN LA GUERRA
Por
Hernán Maldonado
La primera guerra mundial del siglo XXI apenas ha comenzado y su primera gran víctima es la información, paradójicamente en una época en que el gigantesco avance tecnológico hacía suponer que los medios de comunicación se llevarían la flor.
Mientras miles de bombas, de todos los tamaños, de diversa potencialidad y de efectos, caen sobre Afganistán, sorprende la escasez de imágenes desde el teatro de operaciones y es ridícula la cuenta de muertos y heridos que divulgan los contendientes, los unos quizás para ocultar los "daños colaterales" y los otros talvez para minimizar los "éxitos" del rival.
El Pentágono aprendió la lección en Vietnam cuando los camarógrafos y periodistas estaban en primera línea filmando pueblos arrasados, cuerpos destrozados por la metralla o niños ardiendo por el napalm. El público estaba informado de lo que ocurría, pero el efecto contrario fue aglutinar a un buen sector en contra de la guerra. Por eso en la Guerra del Golfo la gran prensa sólo pudo difundir imágenes proporcionadas por el Pentágono.
Lo mismo ocurrirá en la actual guerra, a menos que algunos periodistas "suicidas" se animen a estar en la primera línea del adversario. Lo que importa ahora es que las televisoras repitan at infinitum el horror del 11 de septiembre. Lo esencial es que nadie lo olvide.
Esta especie de "censura" y también "autocensura" está originando en Estados Unidos y en otros países una suerte de desinformación que podría tener catastróficos resultados si se convierte en puerta libre al rumor.
Por ejemplo, tras los atentados en Nueva York y Washington, en ciertas ciudades de Estados Unidos afloraron aislados incidentes antiárabes que la prensa local escasamente refirió pero que ahora el rumor magnifica en el exterior como que los norteamericanos estuvieran "quemando" árabes en las calles.
Los rumores están atizados por los enemigos de los norteamericanos de tendencias izquierdistas. Este domingo, por ejemplo en Panamericana de Televisión del Perú fue entrevistado un catedrático universitario que denunció la "masacre del indefenso pueblo afgano", sin considerar que per cápita Afganistán actualmente es, en el mundo, el país con más armas de destrucción masiva en manos de civiles.
El famoso conductor de la televisión peruana, Jaime Bayly, informó a su audiencia del Canal Sur, que se ve en la mayor parte de los países del continente, que en Estados Unidos "se agotaron en las farmacias los antibióticos" debido a la psicosis por los atentados terroristas con el antrax.
Bayly vivió muchos años en Estados Unidos y es difícil creer que no se haya enterado que los antibióticos no se adquieren como naranjas, como en los países latinoamericanos, sino con receta médica. ¿Bayly mal informado?
En el Canal PAT de Bolivia, la conductora del informativo del mediodía, Amalia Pando, informó la semana pasada que "había rumores" que Osama Bin Laden había buscado refugio en China y de su propia cosecha apuntó: "Ahora Estados Unidos deberá pensarlo dos veces porque China son palabras mayores".
Lo peor es que el comentario se produjo el mismo día en que China se sumó como aliado de Estados Unidos en su guerra contra los Talibán. Además, China es en estos momentos el socio económico más poderoso de los norteamericanos.
Pero mientras el gigantesco país comunista le da el brazo a Estados Unidos, en otros países los izquierdistas se refocilan con las penurias del "imperialismo norteamericano" y hasta gentes como Hebe de Bonafini, la líder de las Madres de la Plaza de Mayo parece justificar el horroroso ataque Talibán.
Los izquierdistas y neomarxistas traen a colación el rosario de malandanzas de la política exterior de Estados Unidos en el mundo y se alegran disimuladamente que ahora el coloso esté bebiendo su propia medicina, que esté conociendo el terror, el miedo.
Lo que pasan por alto es que, por primera vez, de una manera contundente y sin asomo a ninguna posibilidad de duda, los estadounidenses han sido puestos ante el terrible dilema de matar o ser muertos. Esto es lo grave de lo que está por venir y de lo que ha de sentirse hasta en el último rincón de la Tierra.
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