|
Domingo 21 de septiembre del 2003
Y EN EL NOMBRE DEL GAS... AMEN
Por
Hernán Maldonado
La exportación del gas tarijeño a los mercados del norte murió. Por lo menos por ahora. Lo mataron un gobierno inepto, unos politiqueros demagogos y una prensa que sobrevive explotando un ultranacionalismo enfermizo.
Hace algunos meses, cuando se iniciaba la discusión de la eventual venta del gas boliviano a Estados Unidos, escribí para Energypress un artículo en el que expresaba mis dudas de que prosperase el negocio.
Muchos colegas en Bolivia y en el exterior me preguntaron en qué basaba mi pesimismo, cuando todo parecía favorecer para que Bolivia se enrumbara a la obtención de millones de dólares para salir de la pobreza.
Les respondí que simplemente analizaba el entorno en que se daba la discusión. Un gobierno débil como el de Gonzalo Sánchez de Lozada, dije, sería incapaz de imponer nada, y menos con un socio como Jaime Paz Zamora cuya conducta política raya en la inmoralidad.
Escribí también que para la eventual exportación del gas por puerto chileno, el gobierno tendría primero que convencer a las Fuerzas Armadas, algo que nunca ha hecho y que ahora en su incapacidad recién le pregunta ¿por dónde debemos exportar el gas?, dándole a los uniformados un poder deliberante que les niega la Constitución Política del Estado.
Pero es que el Parlamento, que constitucionalmente es el lugar "donde el pueblo delibera por medio de sus representantes", no es tal. Es un apéndice del Poder Ejecutivo o del MAS con su cáfila de levantamanos, incapaces de pensar por si mismos.
En medio de todo se escucha el vocinglerío de esa prensa antichilena que se mantiene a flote explotando el sentimiento que se nos inculca desde la cuna. Porque si realmente fuera nacional su preocupación, esa prensa lo primero que debería hacer por el país es pagar puntualmente sus impuestos.
Se ha perdido todo un año sólo en la repartija de los cargos públicos y todavía falta. Los socios gubernamentales se pelean por cada escritorio como si de tratara del gordo de la lotería. Su angurria para "mamar" del presupuesto nacional es obsceno.
Y ante esta ineptitud, el movimiento cocalero de Evo Morales capitaliza ese sentimiento antichileno para salir a la calle. Sus estrategas dan en el clavo. Como cocaleros siempre estarían en las páginas rojas de la prensa mundial, pero como "defensores de los recursos naturales, como nacionalistas antiglobalizadores, anti-imperialistas" se abren a otros espacios nacional e internacionalmente.
El pasado fin de semana se arrogaron la representación del país en las calles para decir "no a la venta del gas", pero éstos campeones de la lucha contra las transnacionales y el neoliberalismo no nos dicen cómo, con qué recursos y cuándo lo industrializarían en el país
Nadie aprendió de la lección del litio que se quedó bajo tierra mientras el norte potosino desparrama ahora su mendicidad en las calles y plazas de las ciudades bolivianas.
Tampoco nadie se molesta en preguntar qué opinan tarijeños, cruceños, benianos, pandinos, chuquisaqueños o potosimos. Cochabamba y La Paz (y no en sus sectores sociales A, B y C), llevan la voz cantante del "neonacionalismo". Las masas que se vieron el viernes en San Francisco o la Plaza 14 de Septiembre son las que viven del contrabando que desde hace décadas da oxígeno al norte chileno.
Sánchez de Lozada promete que hasta fin de año el gobierno tomará una decisión sobre el gas. Absurdo. Tontería. Si él y sus socios en la "pegacoalición" desde hace 13 meses no pueden coincidir para designar al Defensor del Pueblo, ¿cómo es que van a ponerse de acuerdo por dónde exportar el gas?
Paz Zamora sostiene que la eventual exportación de gas por Chile implica la recuperación de la "cualidad marítima" para Bolivia. Pero esa es una frase. ¿Cuál el planteamiento en concreto? ¿No es ésto lo que debe ser objeto de una política de Estado y no posición de un sólo partido? ¿Y en qué contribuye en ésto el MIR?
Demagogia pura. Lamentablemente al MIR, MNR y ahora la NFR lo que les interesa es lucrar, acomodar a sus capangas en los cargos públicos. Mantener al Estado como una fábrica de empleos, pese a sus promesas de achicar el aparato estatal tras el medio centenar de muertos en febrero.
Y en medio de este contubernio nauseabundo, el movimiento cocalero aprovecha para atizar demagógicamente la llama del nacionalismo. No sólo que rechaza la posibilidad de un diálogo patrocinado por la Iglesia, sino que le parece acertado a su líder poner el país al borde de la guerra civil.
Dentro de este cuadro de caos, que promete alargar nuestra pobreza hasta el "día de San Blando", están también esos profesionales, hombros probos, capaces, intelectuales del país que observan de balcón, que se conforman con lo mucho o poco que ganan a nivel privado y que ocultan su indiferencia tras esa coletilla del "yo no vivo de la política".
|
