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Domingo 28 de marzo del 2010
LAS MENTIRAS INACABABLES
Por
Hernán Maldonado
Al leer las páginas deportivas de los diarios bolivianos hoy retrocedo en el tiempo, al de mis años juveniles. A la honda decepción por el fracaso de nuestro fúbol en el plano internacional, le sigue la renovada esperanza de que mañana otro será el cantar.
Lo malo es que ese mañana no llega y giramos en un círculo vicioso, autoengañandonos y, lo que es peor, engañando con lo que parece ser una inacabable mentira. Nos duele un ratito el fracaso, pero hacemos muy poco o nada para que no se reproduzca.
Con pelos y señales advertí de nuestra eliminación para las tres últimas Copas Mundiales y dejé de escribir sobre nuestra selección cuando mi hijo mayor, Mauricio, objetó amablemente mi pesimismo. "No tienes derecho a quitarle la ilusión a la gente", me dijo.
En un siglo de fúbol mayor los únicos éxitos fueron la conquista de la Copa América, como locales, en 1963 y la clasificación directa al Mundial EEUU-94. Nuestra participación en las copas regionales está envuelta en la bandera negra del más rotundo fracaso.
Cuando emergieron los Tahuichis se abrió un manantial de esperanzas, pero las generaciones que siguieron a la que se cubrió de gloria el 94 fueron desperdiciadas por una dirigencia miope y mezquina, más decidida a apostar a los resultados inmediatos que al futuro.
Los clubes siguen siendo manejados por cúpulas de entusiastas, algunas veces con dinero, sin criterios empresariales en un momento en que el fútbol, ahora más espectáculo que deporte, dejó de ser parroquial para convertirse en maquina de gastar y producir millones.
Si grandes como el Real Madrid, River Plate, Boca Juniors confrontan graves problemas siendo así que tienen estructuras sólidas, con divisiones inferiores, campos propios, escuelas de fútbol hasta en el exterior, etc, ¿qué podría esperarse de nuestros pobres clubes?
Por eso somos consecutivamente eliminados de ir a un Mundial y salimos con más pena que gloria de las Copas Libertadores, Sudamericana. Duele un ratito y seguimos en lo mismo. Así fue antes y sigue siendo.
Y vuelvo al principio. Yo también después de cada fracaso, hablaba de las "bondades" y alababa a nuestro fútbol después de cada jornada local porque, claro, "entre bueyes no hay cornadas".
Ayer, como se hace hoy, me refería a la jornada dominical describiendo "hermosos" partidos, "impecables" goles, "jugadas" maravillosas, "atajadas" prodigiosas, "astros" geniales, y pare de contar.
Don Julio Borrelli, a cuyo lado me formé en el periodismo deportivo durante 15 años, con bastantes años más que yo, solía reconvenirme amigablemente. "Si vas a un Mundial, ya no tendrás palabras para describir los partidos", me decía.
Hoy con mis 70 años con 11 Mundiales en las espaldas, trabajando (6) o mirándolos por TV, todavía escucho al querido "viejo" cuando leo los lunes las ditirámbicas páginas deportivas de los diarios bolivianos, o escucho a los comentaristas de radio y TV. ¡Nada cambió!
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