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Lunes, 9 de diciembre del 2019
EL PLAN SINIESTREO DEL FUGITIVO
Por
Hernán Maldonado
La “operación retorno” de Evo Morales ha comenzado a la luz del día, mientras las nuevas autoridades bolivianas avanzan con plomo en el ala en su afán de devolverle la institucionalidad democrática al país.
El aparato judicial del fugitivo está intacto desde el Fiscal General para abajo (Otra clara demostración de que no se produjo una golpe de Estado en Bolivia) y funciona con una lentitud alarmante. “Trabajen, pero hasta por ahí nomás”, fue la orden impartida.
En otras circunstancias, todo ese andamiaje debió ser reemplazado porque de lo contrario es tratar de construir un edificio con cimientos de adobe. Todo el poder judicial fue elegido con menos del 30% del caudal electoral y casi todos sus integrantes responden e Morales.
Mientras los retazos de partidos políticos destrozados en 14 años de autocracia no terminan de articularse y sus dirigentes, como los nuevos líderes, se agarran de las greñas de cara a las próximas elecciones, el único frente monolítico es el del caudillo cocalero.
Y no solo que está unido, que tiene su aparato dictatorial intacto en el Estado (incluyendo su mayoría en la Asamblea Legislativa), sino que cuenta con dinero, con muchísimo dinero. Parece que nunca la clase política democrática estudió la colosal influencia del narcotráfico en Colombia, Venezuela, Cuba, México.
El Socialismo del Siglo XXI, que ideológicamente jamás fue explicado por su fundador, el militarote Hugo Chávez Frias, no es sino el crimen organizado multinacional en el que unas minorías políticas se encaramaron en el poder para medrar y consolidar a la longeva dictadura cubana, que agonizaba en 1989 y que cobró nuevo impulso con el petróleo venezolano y el negocio del narcotráfico.
El Foro de Sao Paulo, foro político del castrismo, ha resuelto revivir en América Latina la guerrilla urbana (lo estamos viendo en Chile, Perú y Colombia) para distraer el foco de atención mundial de la colosal crisis que padece Venezuela y que estaba a punto de generar una intervención internacional.
Juan Ramón de la Quintana, ministro de Morales, amenazó con “vietnamizar” Bolivia si era derrocado su jefazo. Hace años también Fidel Castro buscó crear “uno, dos o más Vietnam en Latinoamérica”.
Tras la huida de Morales ante la presión popular, la guerrilla urbana entró en acción y solo la actitud serena de los policías y militares impidió el estallido de una guerra civil. El narcotráfico maneja millones para movilizar cuadros de vándalos, disfrazados de indígenas. (O es que en los recientes desórdenes ¿hubo levantamientos en alguna comunidad indígena boliviana?)
A la izquierda narco-castro-chavista le ha dolido en extremo la caída de Morales y trabaja denodadamente en su regreso. No lo hace encubiertamente, sino a plena luz del día. El sátrapa Nicolás Maduro anunció en cadena de radio y TV que se trabaja arduamente para el regreso de Evo a la brevedad posible.
Morales ha dejado su refugio en México (desde donde conspira sin tapujos) y se fue a Cuba a recibir instrucciones, de paso a la Argentina, donde este 10 de diciembre asumen sus compinches Fernández-Kirchner.
Los planes subversivos son abiertos y puede deducirse, de mensajes del propio Morales y sus allegados, publicados en las redes sociales, de que antes de las elecciones, el “jefe de campaña” del MAS, se instalará en El Chapare con la complicidad del nuevo gobierno argentino.
Por eso es imperioso que el gobierno ordene a las fuerzas armadas que siente soberanía en esa zona narco-cocalera y ocupe totalmente el aeropuerto internacional de Chimoré. Por supuesto que para entonces, ya debería estar en vigencia la orden de aprehensión del fugitivo por los graves delitos cometidos en 14 años de dictadura. Amanecerá y veremos.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.
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