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Lunes 18 de noviembre del 2013
…Y EL HOMBRE LLORABA Y LLORABA
Por
Hernán Maldonado
“Esto es injusto, Dios mío, es injusto”, decía Hakim Raffai al ver que las multitudes se abalanzaban sobre las mercaderías de su pequeño negocio en El Tigre, pequeña ciudad del oriente venezolano. “No es justo”, repetía, y el barbado hombre lloraba y lloraba.
Unos oficiales de la guardia nacional, que amparaban el pillaje, se lo llevaron escoltado. Es injusto que me obliguen a vender al dólar 6.30 una mercadería que compré a 60 bolívares (el valor de la divisa estadounidense en el mercado paralelo), afirmó.
El vídeo conmovió al mundo y fue de efectos tan contraproducentes para el actual gobierno venezolano que lo retiraron varias veces de las redes sociales.
Lo que le ocurrió a Raffai en su pequeño negocio “777” lo experimentaron comerciantes de mucho más alto nivel a lo largo y ancho de Venezuela el 9 de noviembre tras la orden del presidente Nicolás Maduro de que “no quede nada en los anaqueles”.
Centenares de comerciantes recibieron del régimen dólares a 6.30 para sus importaciones y sus mercaderías las estaban vendiendo con ganancias de hasta un 300 por ciento o más.
El régimen se niega a dar los nombres de esos comerciantes porque podría verse en aprietos. Se especula que la mayoría conseguía las divisas gracias a coimas que engrosaban los bolsillos de jerarcas del oficialismo.
Obligados a vender a precios del dólar a 6.30, los grandes importadores (que aparecen en fotos con Hugo Chavez y otros altos funcionarios) prácticamente no han chistado y algunos hasta han sido encarcelados de buena gana.
Todo está dentro de la “guerra económica” de la que dice ser víctima el régimen, en la que están pagando el pato los pequeños comerciantes, esos que, como Raffai, compraron sus mercancías a los mayoristas.
En el fondo la supuesta “guerra” tiene motivos electorales. El oficialismo se ve perdido ante los comicios municipales del 8 de diciembre y lo que está haciendo es encandilar a los incautos dándoles el pan de hoy al precio del hambre de mañana.
Obviamente muchos negocios tendrán que cerrar sus puertas, despedir a sus empleados, como ocurrió en Cuba en los años 60 al costo de una hambruna general que obliga al uso de la libreta de racionamiento, que es cómo la tiranía castrista tiene agarrado al pueblo por el estómago.
En un santiamén desaparecerán del mercado los electrodomésticos y dada la escasez del dólar a 6.30 será muy difícil volver a llenar los anaqueles, pero lo más grave es que siguen desaparecidos los artículos de primera necesidad.
La “guerra económica” del gobierno está llevando al país a vivir una “economía de guerra”, porque ya no es una novedad que los desesperados consumidores adquieran leche en polvo por cucharadas o el aceite al raleo.
Si a esto Maduro le llama la “radicalización de la revolución chavista”, entonces como nunca antes Venezuela está más cerca de parecerse a la atribulada Cuba. ¿Será que ya lo vio Raffai y por eso lloraba y lloraba? Amanecerá y veremos.
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