Domingo 17 de junio del 2007
LA DIPLOMACIA DE LOS PUEBLOS
Por
Hernán Maldonado
La "diplomacia de los pueblos" del actual régimen boliviano fue nuevamente puesta a prueba estos días y se le han visto las costuras por todos lados porque ni siquiera pudo neutralizar la honda preocupación de la ONU, Argentina y Brasil por la inundación de cocaína procedente de Bolivia.
Pero no todo está perdido. Las grandes cadenas internacionales de noticias mostraron al presidente de Bolivia corriendo tras una pelota ladera arriba en una montaña nevada, para demostrarle a los señorones de la FIFA que puede jugarse al fútbol a 5.000 metros de altura.
El que un mandatario boliviano quiera llamar la atención del mundo por un hecho que nos preocupa, inclusive horadando la majestad del cargo, no es original en Evo Morales. Anteriormente Jaime Paz gustaba encerrarse en guitarreadas con Carlos Menem y hasta se introdujo descalzo en las aguas del oceáno Pacífico para simbolizar nuestra sed marítima.
Estas actitudes presidenciales son destacadas en el exterior como un hecho curioso y hasta simpático, pero pasado el impacto mediático, las cosas vuelven a estar como estaban. Ahí está, por ejemplo, la política proclamada por Hugo Bánzer de hablar fuerte y alto en todos los foros internacionales para volver al mar.
Esto mismo le pasará a esta novedosa "diplomacia de los pueblos" que enarbola el masismo y que no tiene ni pies ni cabeza, porque es una frase sin ningún basamento doctrinario moderno, sin lógica política alguna.
En otros países (Chile y Brasil, principalmente) pueden pasar los gobiernos, pero el servicio diplomático es casi inmutable. Lo integran hombres de carrera. Esos países no tienen amigos, sino intereses. Vemos estos días a Lula como equilibrista que no quiere enemistarse políticamente con el Senado de su país que censuró el cierre de RCTV en Venezuela, pero que tampoco quiere molestar a Hugo Chávez y su pródiga billetera. Juego maestro de Itamarati.
Si nuestro servicio exterior fue devaluado por el compadrerio político en años pasados, en el actual ha empeorado desde el nombramiento mismo de David Choquehuanca, el canciller que odia los libros porque prefiere leer en las arrugas de su abuelo.
Por eso es que nuestro cónsul en Chile fue defenestrado sin que se le den razones, casi lo mismo le ocurrió al embajador en Argentina, y están acéfalas desde el 2006 varias legaciones importantes, como las de Venezuela y España. Andamos también a los tumbos en la CAN. Al comenzar a ejercer Morales dijo, sin saber de qué estaba hablando, que era una desperdicio que Bolivia tuviera tres embajadores en EEUU (en Washington, en la OEA y en Naciones Unidas) y que con uno bastaba, para después comerse sus palabras.
No solamente eso, sino que designó como embajadores en Cuba y en Paraguay, entre otros países, a personas que en el país ni siquiera se han destacado dirigiendo un sindicato, pero que tienen el "mérito" de ser originarios. Alguna ex ministra fue nombrada en Suiza como facilitándole la escapada por los luctosos hechos de principios de año en Cochabamba.
El reciente caso del cónsul boliviano en Madrid, destituido por Morales manu militari, es otra perla en nuestra desgracia. Choquehuanca lo restituyó en el cargo, pero Morales volvió a despedirlo. Si a éste nivel se actúa así, ¿de qué "diplomacia de los pueblos" estamos hablando?
Y no hablemos de esos anuncios de un retorno al mar por los supuestos vínculos directos entre Morales y Michelle Bachelet. Los chilenos son expertos en marear la perdiz. Lo hacen desde el 1904 y continuarán, si seguimos con unos "diplomáticos" chabacanos e improvisados. ¿Apostamos?
Por supuesto que si Bolivia gozara de un servicio exterior de primer nivel, la sacrosanta FIFA no nos hubiera puesto la soga al cuello. Me imagino que nuestros diplomáticos hubieran arrancado declaraciones en contra del abuso de jefes de Estado en los principales países y así el pontífice de la "diplomacia de los pueblos" no se hubiese visto obligado a viajar apresuradamente a Paraguay (quiere ir hasta el Asia y Africa) ni trasladar su cancha de El Alto hasta Chacaltaya y al Sajama.
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