Domingo 22 de julio del 2007
LA DICTADURA DEL SIGLO XXI
Por
Hernán Maldonado
Los venezolanos ni siquiera en sus altas esferas políticas saben en qué consiste el "Socialismo del Siglo XXI" que proclama a los cuatro vientos el locuaz teniente coronel Hugo Chávez Frías, pero ya están sintiendo en carne propia la "dictadura del Siglo XXI".
No, no es la dictadura que vivimos en el Paraguay de Alfredo Stroessner, de la Argentina de Rafael Videla y del Chile de Augusto Pinochet o de Hugo Bánzer en Bolivia. La de Chávez es taimada, pero igual de contundente, despiadada y brutal, porque todo se da dentro del "marco legal".
Por esto es ridículo lo dicho la semana pasada en Buenos Aires por el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza: En Venezuela "la democracia está muy vigente". El chileno quizás buscó evitarse otro insulto de Chávez quien recientemente le calificó de "pe... ...jo desde la 'p' a la 'o'" ¿O es que también está intimidado?
El dictador del Siglo XXI toma un micrófono y ordena el reemplazo de ministros, designa embajadores, dispone a capricho de los recursos nacionales, por encima de instituciones y hasta cambia los símbolos patrios porque a su hijita de ocho años se le ocurrió que "el caballo del escudo debía estar mirando adelante y no tener la cabeza volteada hacia atrás".
La Asamblea Nacional, o sindicato de levantamanos, en menos de lo que canta un gallo aprobó el cambio. A principios de año, a pesar de que entre sus 167 miembros no hay ningún opositor, se despojó de sus prerrogativas y le otorgó a Chávez licencia absoluta para gobernar por decreto, por seis meses.
La dictadura del Siglo XXII es completamente "legal", porque el Poder Judicial está en sus manos. La treintena de presos políticos fueron condenados por obscenas interpretaciones de la ley. El general Francisco Usón rechazó una amnistía presidencial el 2005 por estimar que no cometió delito alguno. Chávez cuenta también con un descarado Defensor del Pueblo quien muy suelto de cuerpo afirma que en Venezuela "no hay presos políticos, sino políticos presos".
En la "democracia" alabada tan alegremente por Insulza, Venezuela tiene en Isaías Rodríguez un blandengue Fiscal General que sólo necesita una insinuación de Chávez para perseguir a opositores, encarcelarlos u obligarlos al exilio. El caso más emblemático es el de la periodista Patricia Poleo, actualmente en EEUU, a la que Rodríguez basándose en declaraciones de un mitómano le acusó de la autoria intelectual del asesinato del ex fiscal Danilo Anderson.
Pero no sólo es la persecución física. Decenas de miles de venezolanos perdieron sus trabajos el 2004 y más después porque el gobierno, a través del diputado Luis Tascón, publicó las listas de las personas que votaron contra Chávez en el referendo revocatorio presidencial. No hay campos de concentración para los opositores, simplemente se les condena al hambre.
La libertad de expresión agoniza. No sólo son las clausuras veladas, como las de RCTV, todo "legal" por supuesto, sino de la "ley mordaza" mediante la cual hay una "Espada de Damocles" sobre la cabeza de los medios independientes, ley que -- por cierto -- no rige para los medios oficiales. Unos y otros han transmitido hasta ahora la friolera de 1.500 cadenas presidenciales, algunas de ellas de hasta seis horas de duración.
Parece digno de Ripley pero en Venezuela es un delito el "cacerolear". Quizás por esto es que el venezolano halló una válvula de escape en los estadios de la Copa América donde resonó unánime el grito de "libertad, libertad", por más que el Socialismo del Siglo XXI quiso acallarlo con fuegos artificiales y con grabaciones de aplausos desde gigantescos altoparlantes.
Y la dictadura del siglo XXI tiene también sus muertos. Más 100.000 (según cifras oficiales) en los últimos ocho años, producto del hampa. Una inseguridad que ha hecho que, en el mismo lapso, alrededor de medio millón de venezolanos haya huido al extranjero. Todo esto es insulso para el señor Insulza.
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