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Miércoles 13 de enero de 1999


EL INJUSTIFICADO DESAIRE
DEL REGENTE MEXICANO

Por Hernán Maldonado


Miami – ¿Supiste lo que le hicieron a nuestro presidente en México?

La pregunta me sorprendió. En este tiempo de la globalización de los medios de comunicación en el que ninguna noticia parece pasar desapercibida para nadie, me pareció fuera de lugar que semanas después de lo ocurrido hubiera aún compatriotas en Estados Unidos que se enteraran de un infausto hecho como si acabara de pasar.

Como en repetidas ocasiones durante 1998 me he referido a la incompetencia de nuestro servicio exterior, daba por descontado que lo ocurrido en México era archiconocido.

Simplemente no creía que debería referirme al tema otra vez sobre todo después de que la prensa boliviana le dedicó un enorme centimetraje.

En principio debo decir que cualquier viaje de un mandatario fuera de su país es cuidadosamente trabajado por un equipo de expertos a cuya cabeza están el canciller, el ministro del Interior y el embajador boliviano en el país al que se visitará.

Cuando el presidente Hugo Banzer visitó Venezuela en 1976, los cuidados que tomaron los diplomáticos fue de tal grado que en Caracas la policía obligó cordialmente a todos los exiliados a tomarse unas "vacaciones obligadas" en el balneario de Los Caracas.

Ni Bolivia y menos el gobierno venezolano querían correr riesgos de que ningún hecho enturbiara la visita de Banzer. Todo transcurrió como en un lecho de rosas, salvo –porque era inevitable- el pronunciamiento del congreso venezolano en contra de la dictadura que en ese entonces encabezaba Banzer.

Obviamente ninguno de esos cuidados fue tomado con motivo de la reciente visita a México del ahora presidente constitucional de los bolivianos. El regente (alcalde) de México, Cuahtemoc Cárdenas, decidió no declararlo huésped ilustre de la urbe que alberga a 18 millones de habitantes, retrotrayendo el pasado dictatorial de Banzer.

¿Qué podía hacer la cancillería ante un hecho inesperado? Preguntó desafiante en La Paz el viceministro de Relaciones Exteriores, Fernando Messmer, cuando los periodistas le cuestionaron el por qué no se había previsto esa posibilidad teniendo en cuenta la posición "izquierdista" del Regente mexicano.

El desaire se produjo cuando ya Banzer estaba en viaje a México con escala en Brasil. Es cierto que ya no se podía echar atrás. Eso no se lo discute. Lo que si es objetable es la negligencia e impericia de nuestro embajador en México y de la propia cancillería.

Repito una visita presidencial se la tramita y programa con meses de anticipación. Si, como se estila, el alcalde de México no iba a recibir a Banzer ni entregarle las llaves de la ciudad, eso debió conocerse con suficiente antelación. ¿O nuestro embajador en 18 meses de gestión no se ha enterado de los usos y costumbres protocolares de la ciudad en la que vive?

Lamentablemente no ocurrió así. Más lamentable todavía que a la vuelta no hayan rodado cabezas y se haya aprovechado esta oportunidad para reestructurar todo el servicio exterior del país desprendiéndose de toda esa masa de incompetentes, amigos, parientes y politiqueros que mal nos representan internacionalmente.

Si lo ocurrido en Mexico no fuera suficiente, otra enorme prueba de esa incompetencia es una reciente publicación en la influyente revista Newsweek. A pesar del enorme palabrerío gubernamental sobre los reclamos de nuestro derecho al mar "en todos los foros internacionales", la revista, en un balance sobre los conflictos limítrofes en Sudamérica, no le dedica ni una línea al tema.

Volviendo a lo ocurrido en México, provoca coraje que la visita de nuestro presidente haya servido para levantar un poco la imagen de Cárdenas a nivel internacional con intenciones de causar efectos locales. Para las inmensas mayorías de la capital azteca la gestión del regente ha significado una honda frustración.

Cárdenas fue elegido abrazado a las banderas izquierdistas de cambio propaladas por el PRD y como una sana alternativa al continuismo del PRI, del que se escindió. Sin embargo su gestión ha fracasado porque la delincuencia se ha multiplicado, la corrupción sigue tan campante como ayer y los servicios han desmejorado.

Ahora este mismo Cárdenas, que ayer nomás cuando la Masacre de Tlatelolco se calló la boca, porque aún pertenecía a la burguesía del PRI, le espeta a Banzer la violación de los derechos humanos en su ya casi olvidado régimen dictatorial de los años 70.

La posicióno que esgrimió para no recibirlo como huésped ilustre de México es más deleznable teniendo en cuenta que el ahora campeón de los derechos humanos, no hace mucho, como gobernador del estado de Michoacan ordenó más de una masacre estudiantil.

Por todo esto, y porque Banzer ahora es presidente por el voto mayoritario de los bolivianos, es que resulta doloroso que Cárdenas lo haya tratado así. Que haya servido sus intereses particulares y resucitado su imagen internacional, apoyándose en la espalda de nuestro mandatario.

La culpa es, repito, de todo ese ejército de incapaces que vegeta en nuestras embajadas porque así se lo permite el clientelismo político que como un cáncer sufre desde siempre Bolivia.