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Domingo 1 de noviembre del 2009
LA CARA FEA DEL DERROCHE
Por
Hernán Maldonado
Los venezolanos, según el petrodictador, son derrochadores de agua y electricidad, por lo que deberán bañarse sólo por tres minutosy con un tobo de agua y una totuma. "Así lo hacía yo en Sabaneta. ¡Sabrooooso!", recordó. Añadió que actualmente le bastan tres minutos para ducharse... "y no soy hediondo".
Claro, todo eso en medio de aplausos de sus focas. Como el sistema eléctrico nacional ha colapsado, el gobierno anunció una cadena de apagones por tiempo indefinido. Instó a los centros comerciales a dotarse de equipos propios, porque "si no obedecen les cortaré la electricidad".
En su opinión los centros comerciales que existen actualmente en las grandes ciudades, que de alguna manera disimulan el desastre económico del país, fueron construidos para disfrute de los ricos. Su demagogia llegó al extremo de culpar a los ricos por la escasez de agua "porque la derrochan en sus piscinotas".
Las encuestadoras Datanálisis e Interlaces, las más reputadas en Venezuela, establecieron que en Octubre la popularidad de Hugo Chávez bajó en un 15 por ciento, situándose en alrededor de 30. La tragedia es que la oposición no subió en la misma proporción.
Los indiferentes (ninis) suman un 54 por ciento. Pero hasta ese 30 por ciento es obsceno ante la inseguridad (cada fin de semana en Venezuela se contabiliza una media de 140 muertos) y frente al alza indiscriminada de los precios de los productos básicos.
Ante la crónica escasez de leche, Chávez recomienda la leche de soya asegurando en cadena nacional de radio y TV que "científicamente se probó que la soya es mucho mejor que la Viagra".
Nadie se atreve a preguntarle al petrodictador ¿dónde están los 1.000.000.000 de dólares que ha recibido su gobierno en ésta década por el alza de los precios del petróleo. Con presupuestos que eran la cuarta parte de esa suma los gobiernos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Rafael Caldera construyeron autopistas, hospitales, escuelas, represas gigantescas, como la del Guri.
La "gran obra" de Chávez es haber creado un ejército de pedigüeños y menesterosos, a los que mantiene sin trabajar. Ese es su fuerte electoral que todavía está en un 30 por ciento y que en cualquier momento puede volver a subir, porque "por la plata baila el mono y por el oro, dueño y todo".
¿A los militares les duele su país? No. Centenares (sospechosos de animadversión al regimen) reciben sus sueldos en sus hogares. Otros centenares han pedido su baja (en la aviación el éxodo es tan brutal que han prohibido los retiros) o prefieren hacerse de la vista gorda gracias a dadivosos préstamos gubernamentales.
Venezuela, el país energético por excelencia, con ríos navegables y con usinas que eran la envidia de Latinoamérica, pero que ahora trabajan a un cuarto de su capacidad, ha vuelto a la era de las velas y las totumas. A la oscuridad, pues. Y va para largo.
"Somos una potencia mundial" clama el lenguaraz desde su púlpito. Compró armas, tanques y aviones por miles de millones de dólares, cuando podia haber construido represas como las del Guri y haber cruzado Venezuela de autopistas. Lo malo no es que siga hablando pistoladas, sino que un 30 por ciento de venezolanos parecen aún dispuestos a tragarse ruedas de molino.
"Si no doblamos la espalda, nadie se nos montara encima", dijo hace algunos años el activista de derechos humanos, Martin Luther King. Pero por lo que se ve y se oye, una buena parte del pueblo venezolano no toma consciencia de su triste realidad.
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