Los socialistas del Siglo XXI se han convertido en unos expertos en crear cortinas de humo (trapos rojos, le llaman en Venezuela) para distraer la atención de la opinión pública, aprovechándose de su hegemonía comunicacional de tal modo que la mentira se convierte de la noche a la mañana en una "categórica verdad".
El tambaleante régimen de Nicolás Maduro ya no sabe qué inventar para tapar el colosal desabastecimiento de alimentos y medicinas que mantiene en las calles a millones de personas en kilométricas colas. Su más reciente hazaña ha sido la de deportar a miles de colombianos indocumentados asentados en poblaciones fronterizas.
Antes fracasó rotundamente en su empeño de hacerle creer a los venezolanos que estaba pisando firme en el Esequibo, ese enorme territorio que desde hace añales disputa con Guyana. Bastó que los países agrupados en la Caricom le dieran su apoyo a los guyaneses para que Maduro se comiera sus palabras amenazadoras.
Lo doloroso es que muchos de esos países vivieron y siguen viviendo del petróleo subsidiado venezolano. Además, Hugo Chávez, cuando vivía, autorizó a Guyana a explotar los recursos naturales del Esequibo en una verdadera traición a la patria, de manera que ahora sus herederos se quedaron prácticamente sin autoridad moral para criticar el que Georgetown autorice exploraciones petroleras en la zona en reclamación.
¿Por qué Chávez obró así? Porque a él no le interesaba el Esequibo, sino erigirse en líder mundial y por eso entregaba petróleo subsidiado a la Caricom. Gracias a ello, Chávez logró tener voto mayoritario en la OEA. El "líder galáctico", como lo califican sus deudos políticos, agradó de paso a Fidel Castro, su mentor, quién le agradecía así a Guyana por haberle cedido su territorio como aliviadero de las 30.000 tropas cubanas que invadieron Angola y Etiopia.
Como el trapo rojo se desvaneció en un santiamén, la dictadura madurista acudió a otro. La segunda semana de agosto apareció descuartizada dentro de su automóvil Liana Hergueta, de 53 años. El atroz crimen fue cometido por dos sujetos, a los que rápidamente se les atribuyó nexos con líderes de la oposición.
Los dos individuos fueron mostrados en fotos muy cerca a Leopoldo López, actualmente encarcelado y al alcalde de Caracas Antonio Ledezma, bajo arresto domiciliario. Lo que el gobierno no mostró fue que los individuos también aparecen fotografiados junto con los más altos líderes chavistas y otras fotos en la que están con uniforme militar.
Maduro, violando la ley que prohíbe divulgar el secreto sumarial, presentó en cadena nacional de radio y TV a uno de los asesinos, José Pérez Venta, quien confesó ser un instrumento de los planes conspirativos de la oposición. Involucró a una veintena de dirigentes y hasta dijo que había recibido dinero de congresistas estadounidenses. Tan burda la sindicación, que el senador Marco Rubio, actual precandidato presidencial, solo dijo que Maduro es "un payaso corrupto".
Pero como este trapo rojo también se desvaneció, ahora la dictadura la emprende contra los colombianos indocumentados en la frontera provocando una tragedia humanitaria de proporciones. Los acusa de albergar a paramilitares y de fomentar el contrabando, causa -según su óptica perversa-- de la escasez de alimentos y medicinas.
El presidente Juan Manuel Santos está obrando prudentemente porque sabe que esta payasada terminará como aquella otra de hace algunos años cuando Chávez movilizó a la frontera 10.000 hombres, desnudando las carencias de sus tropas que aparecieron viajando en autobuses particulares y sus oficiales usando su teléfonos celulares.
En Bolivia, el vídeo mostrando a Evo Morales haciéndose atar los calzados se volvió viral a nivel mundial. Los medios parecían preguntarse cómo es que el "humilde indiecito" de hace 10 años se volvió tan soberbio. El escándalo fue tal que el gobierno ahora trata de taparlo anunciando la eventual entrevista entre el caudillo cocalero y el presidente Barack Obama. Tengo mis serias dudas de que se produzca. Es una cortina de humo.