COMO NO CREER EN EL CRISTO JESUS




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Miércoles 23 de diciembre del 2009


COMO NO CREER EN EL

Por Hernán Maldonado

Hace un par de años perdí a una amiga que protestó públicamente porque le envié un mensaje deseándole ¡Feliz Navidad! Era un mensaje múltiple a mis amistades de Tierra Lejana, la página que mantengo en la web desde hace más de 10 años y cuyos artículos los divulga generosamente la Agencia de Noticias Fides de Bolivia.

"Cómo se te ocurre ponerme junto con gente a la que desprecio", me dijo refiriéndose a viejos colegas, sacerdotes, periodistas y otras personas amigas que están entre mis contados lectores. "Además, tu sabes que no creo en ninguna de esas tonterias de la religión" católica, puntualizó.

No le contesté. Lo hicieron por mi una media docena de los recipientes del mismo mensaje, entre ellos un profesor de la Universidad de Oriente en Venezuela y un entrañable amigo director de una cadena internacional de noticias.

La verdad es que desde hace tiempo dejé de desearles "Felices Fiestas" a mis amistades. Yo les deseo ¡Feliz Navidad! Porque me sale del alma y además porque el buen Jesús lo dijo: "Si alguien se avergüenza de mi y de mis palabras, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria..." (Lc 9,25).

Hace pocas semanas mi colega y viejo amigo Tony Espetia me dijo que me sentía más cercano a Dios y le di un pequeño testimonio. En realidad son muchas cosas maravillosas que experimento desde que hace algunos años decidí poner mi vida misma en SUS manos.

La más reciente. Jesús me liberó de la esclavitud de los lentes. Los que me conocen saben que desde hace 50 años los usaba. En enero del 2009 me sometí a una operación de cataratas. Antes de entrar al quirófano me acordé que el Señor dice: "Todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta se le abre" (Lc 11,10).

Yo tengo el "vicio" de la lectura y le rogué a Jesús, que fueran sus manos las que me operaran. Me extirparon la catarata del ojo izquierdo y suponia que la presbicia y la miopia en ambos quedarian como siempre. Pero no. Y es que Jesús no hace las cosas a medias. Me restauró la visión. ¡Díganme si no es para creer en El!

Si uno generalmente comparte con sus amigos y seres queridos las penas, con mayor razón debe divulgar sus alegrías. Con ese espíritu es que escribo estas líneas llenas de gozo en el Dios que creo, que existe, que es, y que vendrá.

Por supuesto que estoy consciente de que, como afirma Franz Werfel: "Quien cree en Dios, no necesita milagros, y a quien no cree en Dios ningún milagro le ayudará a creer".

Y en cuanto a la amiga atea, pues, no le guardé nunca ninguna animadversión. Eso si, no pude ocultar mi alegría cuando supe que este año al sufrir una grave pérdida parece que volcó sus ojos a Dios porque rogó a todos que oráramos por su madrecita que, seguro estoy, ya está en la Casa del Señor.

¡Feliz Navidad y Próspero 2010! Amén