¿Por qué se llama así el Coliseo?




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Jueves 8 de diciembre 2011


¿POR QUE SE LLAMA ASI EL COLISEO?

Por Hernán Maldonado

En mi reciente viaje a Bolivia hablaba con un grupo de nuevos amigos sobre deportes y de pronto uno de ellos preguntó: "¿Por qué se llamará el Coliseo, Julio Borelli, no?

Me hice el desentendido. Otro intervino y dijo que era en homenaje a un periodista. Entonces expliqué, con el orgullo de haber sido su discípulo, colega y su amigo, de que no sólo fue periodista, sino que fue quien lo construyó.

Más tarde quedé preocupado. Si mis contertulios, menores de 30 años, no sabían quién era Borelli, uno de estos días algún osado político buscará cambiarle el nombre.

No sería raro, porque los refundadores del país (aspiran rebautizar la histórica Plaza Murillo), ya le cambiaron hasta el nombre a la antigua República de Bolivia.

No es imposible, pero va a ser difícil que el Coliseo de la Calle México en La Paz deje de llamarse Julio Borelli.

El Círculo de Periodistas Deportivos de Bolivia (CPDB) cumplió el 7 de diciembre 70 años e instituyó acertadamente un premio para no olvidarlo.

Don Julio, ex árbitro internacional, periodista uruguayo desde sus mocedades, llegó a Bolivia en 1938 desde Perú contratado por el gobierno del presidente Germán Busch para preparar la delegación boliviana a los Juegos Bolivarianos de Bogotá.

Nunca más se fue de Bolivia. Fue entrenador de fútbol (Always Ready fue campeón bajo su mando) y de básquetbol, jefe de deportes de El Diario y la Corporación Deportiva Borelli, en Radio Amauta y Fides, en la que le acompañé durante 15 años.

Fue uno de los fundadores del CPDB y en los años 50 se empeñó en que La Paz debía contar con un coliseo y contra viento y marea le puso el hombro. Hasta recibió amenazas de muerte de los propietarios de los inmuebles que iban a ser expropiados.

La lucha fue tenaz. Ideó el pago de la ""papeleta valorada" como impuesto a la cerveza para financiar la obra. Durante años supervisaba diariamente los trabajos, sin ganar ni un centavo.

Aunque esto era fácil de comprobar acudiendo a la Contraloría, los acusaban de malos manejos, cuando lo único que hacía era autorizar al Estado el pago a los contratistas según avance de la obra.

Una tarde, cuando bajábamos las gradas de la calle aledaña al Hotel Sucre, don Julio debió sentirse tan dolido de las más recientes infundadas acusaciones, que me detuvo del brazo y a la manera de testamento me dijo con determinación:

"Maldonado. El peor enemigo del boliviano es el propio boliviano. Digan lo que digan, el Coliseo se va a terminar y yo les demostraré que se puede hacer obra sin meterse ni un centavo en el bolsillo".

Ya no estuve en Bolivia cuando le pusieron el techo, pero me imagino que ese fue el mejor día de su vida.

Fue también que bajo su presidencia el CPDB adquirió su actual sede en el Edificio Bolívar de la Mariscal Santa Cruz.

Los que lo acompañábamos en el directorio, aspirábamos a que nuestros nombres en el bronce figuraran en la entrada de la sede. Don Julio lo prohibió y hasta ahora, según tengo entendido, la placa está en una pared interior, casi oculta.

Bolivia agradecida, poco antes de su muerte en 1990, puso en su pecho el Cóndor de los Andes, pero el mejor homenaje, junto con el que le tributa ahora el CPDB, sigue siendo su nombre en el Coliseo, que por cierto - según me fijé alguna vez-- apenas se ve en una minúscula placa.