Domingo 1 de mayo del 2004
LA VANGUARDIA DE LA CLASE TRABAJADORA
Por
Hernán Maldonado
Hubo un tiempo en que la Central Obrera Boliviana (COB) se autoproclamó ser la vanguardia de la Revolución Boliviana. También fue su brazo armado.
A cualquier simple convocatoria miles de mineros "tomaban" La Paz en respaldo del régimen instaurado el 9 de abril de 1952. Y las viejas temblaban, como recuerda Lupe Cajías en su biografía de su máximo caudillo Juan Lechín Oquendo.
Los mineros eran "la vanguardia del proletariado", es decir la vanguardia de la vanguardia de la Revolución Boliviana.
Pero todavía era poco. Lo era del mundo, si recordamos el discurso de Víctor Paz Estenssoro en la mina de Viloco del 19 de septiembre de 1954, cuando se ufanaba de haber dado los mineros "el control obrero con derecho a veto" en las fuentes de producción.
"Esto quiere decir que el trabajador boliviano no solamente se halla a la vanguardia del proletariado mundial, sino que asume una función directa que le impone responsabilidades incalculables", dijo Paz Estenssoro.
Pero a las responsabilidades se las llevó el viento. La demagogia rampante político y sindical arruinó esa "conquista" y 20 años después, en otras circunstancias, los mismos líderes sindicales pedirían otra vez la co-gestión obrera en la Asamblea del Pueblo.
Ni siquiera se buscó analizar las causas del fracaso del primer intento, en condiciones harto favorables, cuando la "vanguardia" co-gobernaba con el fusil al hombro. El ansia de "quemar etapas" nos trajo la larga noche de la dictadura banzerista.
Recuperada la democracia y reorganizado el movimiento sindical, la potente luz de la libertad encegueció otra vez a los líderes sindicales. Su víctima fue uno de los padres de la Revolución Nacional, Hernán Siles Zuazo.
Y enseguida, el otro padre, Victor Paz, 31 años más tarde de su discurso en Viloco, firmó el 21060 y asistió al entierro de la "vanguardia de las vanguardias" y decretó virtualmente la agonía de la COB, por más que la proletarización del magisterio le insuflara algún aliento más de vida.
A esa agonía contribuyen las luchas intestinas que empezaron en 1957, con la escisión del sector ferroviario, el retiro de su líder histórico, el surgimiento del sector campesino altiplánico con agenda propia, la virtual desaparición del sector fabril y el nacimiento del sector cocalero.
Pero también se dan otras condicionantes. Está el sindicalismo cruceño con otras miras. El poderoso sindicalismo de los choferes se ha puesto en una posición pendular oportunista y oscila entre pertenecer al sector obrero y al empresarial.
Y la nueva realidad económica del país hace difícil catalogar a los millones de informales, donde hay poderosos empresarios que manejan cuantiosas sumas y que se niegan a pagar impuestos, y esos mercachifles que llenan las calles y plazas del país ganándose apenas el sustento diario.
Lo que queda de la devaluada dirigencia de la COB se empeña en políticas incomprensibles. Sus planteamientos lindan en la demagogia pura, el chantaje y la amenaza, aderezadas con palabrotas al primer mandatario, cualquiera que éste sea. Juan Lechín, el que hacía temblar viejitas, era un vaso de leche.
Ahora, cuando los precios del estaño suben como la espuma en el mercado mundial, hay la posibilidad de un reactivamiento de la minería boliviana. ¿Volverá práctica y dialécticamente la vanguardia de la vanguardia?
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