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BOLIVIA EN LAS PUERTAS DEL 2000
Por
Hernán Maldonado
Un poco más de dos años. Fue en víspera de las elecciones que encumbraron a Bánzer en el poder. Me aterra pensar en las dificultades que encontraré a mi paso como en esa ocasión y que me impulsaron a escribir un artículo que titulé: El LAB anda volando bajo.
Me preocupa el no haber contestado, por falta de tiempo, mensajes de amigos generosos de Tierra Lejana. Me averguenza no haberle dicho a muchos el día exacto de mi viaje.
Como no me gustan las despedidas, nadie me acompaña en el aeropuerto. Hago hora allí sumido en mis pensamientos. Recuerdo la preocupación de mi hijo Mauricio. ¿Que pasaría si te toman preso?, ha preguntado.
Recuerdo el incidente con Bánzer cuando visitó Caracas en 1974 y le hice una pregunta en una rueda de prensa en el Palacio de Miraflores. El militar se puso tan furioso que poco faltó para que se saliera de su traje. Donald Zavala, uno de sus plumíferos incondicionales, me describiría posteriormente en Presencia de La Paz como un "periodista impertinente".
Ha pasado un cuarto de siglo de aquello. Quizás sólo yo lo recuerde. Además, me digo, eso fue cuando era dictador y Bolivia no vive ahora una dictadura... Llaman a pasar a la sala de pre-embarque. Falta casi una hora. Allí están funcionarios del LAB que hablan más en portugués que en español.
Me pregunto si tendrán razón los impugnadores de los que "desnacionalizaron" nuestra línea aérea bandera, pero... (pienso) vivimos en la etapa de la globalización. La primera gran sorpresa. Una puntualidad al borde de la exageración. La salida del avión está prevista para las 10 de la noche. En otras épocas a esa hora todavía había gente en los mostradores. Ahora el avión está decolando.
La madrugada del 31 de agosto sirve para recordarme lo poco afectos que somos para conservar nuestros recursos naturales. Los chaqueos han incinerado miles de kilómetros cuadrados de bosques y el resultado es una densa humareda que como neblina cubre gran parte del territorio nacional. Sólo como un milagro de último momento aparece la pista de aterrizaje en Viru Viru.
La velada amenaza del cierre del LAB por las pérdidas que sus ejecutivos dijeron sufrir en la gestión pasada me hace temer que volveré a sufrir la displicencia de sus empleados. Me equivoco. Cuando antes llegaba no había a quién preguntar sobre las conexiones de nuestros vuelos. Ahora empleadas con la sonrisa en los labios dirigen a cada quien no sólo a inmigración, sino les indican las puertas de embarques correspondientes.
La eficiencia también se advierte en los vuelos nacionales. En el aeropuerto de La Paz un letrero recuerda que no se atenderá más a los pasajeros en el mostrador desde una media hora antes de la partida del avión.
Al regreso, en el flamante aeropuerto de Cochabamba, la amabilidad y eficiencia de las empleadas sigue asombrándome. Las hoscas mujeres que otrora me hacían sentir desprotegido agravando mi nostalgia de dejar el solar querido, han desaparecido. Hoy rápidamente se procesan los trámites, me entregan el ticket de embarque y me invitan a pasar por inmigración, previa la adquisición del impuesto de salida.
Vuelvo a preguntarme si la velada amenaza del cierre del LAB, con la consiguiente pérdida de sus fuentes de trabajo para miles de hombres y mujeres, concientizó a los empleados para cambiar de actitud. O quizás será que Aerosur, la competencia, ha empezado también a cubrir rutas internacionales. Cualquiera sea la razón, el usario y el país salen ganando.
Compruebo también que Cochabamba "dejó de ser otro país". Anteriormente al salir de allí se hacían todos los trámites de inmigración con el consiguiente sello de salida en el pasaporte y al llegar a Santa Cruz, para el embarque a Miami, se repetía la operación y otro burócrata estampaba un segundo sello.
Ahora no, en Santa Cruz el funcionario de inmigración sólo le echa una mirada al pasaporte. En medio de esta eficiencia insólita lo único objetable es el empeño de los aduaneros, tanto en Cochabamba como en Santa Cruz, de revolverle a uno el equipaje de mano. Una ayudadita adicional al Tio Sam en la lucha contra el tráfico de drogas.
Y otra vez la puntualidad del LAB. Tanta, que el avión llegó a Miami antes de tiempo. "Se ruega a los señores pasajeros tomar todavía asiento por 5 minutos porque aún no han llegado a sus despachos los funcionarios de inmigración", dijo por los altavoces este martes a las 4.55 de la madrugada una amable azafata.
Somnoliento me estiré en mi asiento.
Comenzó y terminó bien este largo viaje. No sé cómo, me vino a la mente el mensaje que el actual gobierno difunde a toda hora por radio y televisión: "Bolivia en positivo".
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