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LOS NUEVOS ALCALDES
Por
Hernán Maldonado
Las recientes elecciones municipales en Bolivia han hecho buenas algunas
de mis teorías, como la irreversible declinación del condepismo.
Otra, es la dudosa sinceridad de Juan del Granado, el próximo alcalde de La
Paz. Veamos. Dijo que no aceptaría ser alcalde si no obtenía por lo menos el
51 por ciento de los votos. Obtuvo apenas el 22.
Fundó el Movimiento sin Miedo (que no es un club deportivo) para oponerse a
la "partidocracia", pero ahora para ser alcalde, no vacila en aliarse con el
MNR, el pilar fundamental de esa partidocracia.
Del Granado se considera a si mismo como un incansable luchador contra el
"asistencialismo", pero sin rubor se amarra a las faldas de la sacerdotisa de
eso "ismo", Cristina Corrales.
A propósito, la princesa del micrófono, que desde las ondas de Radio Fides
despotricaba contra la falta de ética política, aseguró que si llegaba al
concejo municipal votaría por la primera mayoría.
Realizadas las elecciones en las que alcanzó un miserable 6 por ciento y un
sillón en el concejo, se olvido de su promesa y empezó a hablar de un
"empate" entre Del Granado y Ronald McLean. Eso fue cuando su voto empezó a
cotizarse como el oro porque de una u otra manera definiría la elección del
burgomaestre.
Demoró una semana en recordar su promesa anterior para reconocer finalmente
que la primera mayoría la tuvo Del Granado, no sin antes hacer buena la
palabra de su patrocinador Carlos Serrate Reich de obtener a manera de
prebenda, la presidencia del Concejo Municipal.
O sea que en lugar de una mayor transparencia, de una limpieza en tácticas y
estrategias, de una frescura, lo que los "nuevos" políticos trajeron en las
recientes elecciones municipales fueron las artimañas de siempre, esas que
están "cabreando" (para utilizar las palabras de Del Granado) cada vez más al
electorado.
En el interior del país las variantes fueron muy pocas, con algunas
excepciones. En general se mantiene el statu quo. Cochabamba con "El Bombón"
Reyes Villas es un ejemplo, lo mismo que en Santa Cruz donde Johnny Fernández
le ganó por una nariz a Percy Fernández, el ocurrente pro-movimientista que
una vez se puso de cuatro patas delante el presidente Gonzalo Sánchez de
Lozada, cual perrito faldero, y que para estas elecciones pretendió hacerle
comer un micrófono a un periodista cruceño.
En Tarija, "Motete" Zamora recibió una sonora bofetada al perder la elección
y ahora vuelve a su puesto en el parlamento. En el ocaso de su carrera
política está plenamente insertado en el sistema, lejos de sus arengas de
antaño, de su verbo sino-comunista con el que solía inflamar a jóvenes que
más después encontraron la muerte en las montañas.
Un caso excepcional es el potosino René Joaquino. Retuvo la alcaldía por más
del 70 por ciento de los votos en su ciudad. Joaquino es un hombre de
izquierda, se proclama socialista, pero más práctico que teórico. Pronto se
graduará de abogado, pero gran parte de su vida ha sido albañil. Y no lo
olvida.
Los potosinos, en vez de escucharle pronunciando discursos y más discursos
contra el neoliberalismo o las bondades del pensamiento de Marx, ven
diariamente a Joaquino cargando en un camión bolsas de arena, de cemento y
estuco a los lugares donde supervisa personalmente la realización de esas
pequeñas obras públicas que le permite el pírrico presupuesto municipal.
"Yo sé cuántas bolsas de cemento entran en esta alcantarilla, porque yo soy
albañil", dijo hace poco a un periodista paceño que se sorprendió de ver al
alcalde con camisa arremangada y la pala al hombro.
Y no sólo eso, Joaquino sigue viviendo tan modestamente como cuando no era
alcalde. La mayor parte de su sueldo va a parar a obras sociales, porque lo
suyo es hechos y no palabras.
¿Habrá otra explicación para el virtual desaparecimiento de votantes
movimientistas, adenistas, miristas, condepistas y ucesistas en Potosi?
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