Perú entre democracia y comunismo

bomaher
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Perú entre democracia y comunismo

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Perú entre democracia y comunismo

Por Hernán Maldonado (*)

El Perú del 2021 me recuerda a la Venezuela de 1999.

Los venezolanos estaban cansados con los líderes políticos que se turnaron en el mando del país por 40 años de sólida democracia, prostituida en el último decenio por sonados casos de corrupción, por la ineficacia de solventar los agudos problemas políticos, económicos y sociales.

En 1992 un oscuro teniente coronel, Hugo Chávez Frías, encabezó un alzamiento militar en febrero que fue visto con simpatía por una enorme legión de intelectuales y políticos. Extrañamente, hasta el caudillo social cristiano Rafael Caldera no lo condenó, quizás con el velado propósito de incomodar más a su rival político y presidente Carlos Andrés Pérez.

Chávez Frías fue encarcelado y desde allí siguió conspirando, mientras la democracia seguía naufragando. Otra intentona militar, en noviembre, demostró que Chávez no cejaría en su empeño subversivo, ayudado por la prensa libre, demócratas ingenuos, y parte de la intelectualidad venezolana, siempre encandilada por la Revolución Cubana.

La cárcel fue la atalaya en la que el militarote fue convertido en mártir. Nada importó que en febrero mandara a matar a unos 200 venezolanos en su inútil intentona. Caldera, que había vuelto a la presidencia, cedió a la inmensa presión de la opinión pública y liberó al delincuente.

Lo que no sabía el pueblo venezolano fue que Chávez era el instrumento de Fidel Castro para apoderarse del poder y convertir a Venezuela en su satélite, pero sobre todo en su caja de caudales. Nadie se dio cuenta de ello, ni siquiera cuando Chávez, apenas liberado, fue a Cuba y, siendo aún un don nadie, fue recibido en el aeropuerto por el mismísimo Castro.

Cuando regresó, renunció al motín cuartelario, fundó el Movimiento Bolivariano e inició su marcha electoral hacia el palacio de Miraflores. Su discurso fue sencillo (como el que ahora escuchamos al candidato socialista peruano Pedro Castillo): No es posible que haya tanta pobreza en un país rico.

Increíble, pero en un discurso en el Paseo de Los Próceres alentó abiertamente a la delincuencia. Dijo: No comete delito quien roba para dar de comer a su familia… (En sus 14 años de gobierno sus policías mataron a no menos de 250.000 miembros del hampa).

Los pobres, que siempre son la mayoría en nuestros países, le siguieron ciegamente. Fue elegido presidente. El populista demagogo, (como ahora promete Castillo) lo primero que hizo fue cambiar la Constitución, que la pisoteó a su gusto en sus 14 años de gobierno.

Tuvo la fortuna de que los precios de exportación del petróleo, durante unos buenos años, se elevaron de $22 a $142 el barril. A las arcas venezolanas entraban diariamente unos $65 millones.

Con esa catarata de dólares, Chávez financió (se compró) a gobiernos de una veintena de países. Revivió la economía de Cuba, en la ruina tras la disolución de la URSS, y buscó erigirse en líder mundial (algo que no le gustó mucho a Fidel). Lo peor fue que creó una boliburguesía ladrona. Se calcula que sus compinches se robaron unos 400.000 millones de dólares. La revista Forbes, hace años años, calculó la fortuna de una de sus hijas, Gabriela, en 1.400 millones de dólares.

Como la burguesía tradicional se oponía al acoso estatal, Chávez se le enfrentó ferozmente. Empezó a nacionalizar o expropiar empresas a diestra y siniestra. ¡Exprópiese! Era su orden cotidiana, como promete hacer ahora Castillo si triunfa el domingo en Perú.

Grandes industrias como la Siderurgia del Orinoco, Alcasa, telefónica, la electricidad de Caracas, etc, pasaron a sus manos y hoy están en completa ruina. La economía ha sido destruida de tal manera que hoy en día el sueldo mínimo MENSUAL es el equivalente a menos de TRES dólares.

La pobreza, la falta de alimentos, agua, medicinas, gasolina, gas doméstico, el desempleo, etc. llega a tales extremos que alrededor de 6 millones de venezolanos han salido de su país, centenares de miles de ellos viven hoy mismo en Perú.

Chavez, antes de asumir el poder, le dijo a Jorge Ramos, de Univisión que solo estaría en el gobierno 5 años y muy claramente dijo que Cuba era una dictadura. ¡Mentiroso!

Esa la gran diferencia con Castillo. El socialista peruano no miente, ha anunciado que acabará con la libertad de prensa, que expropiará las grandes empresas. Es un instrumento de su maestro Vladimir Cerrón, fanático castrochavista, adoctrinado en Cuba, quien no puede ser candidato porque cuando fue gobernador de Junín fue despojado de su cargo por corrupto, enjuiciado y condenado a prisión.

Keiko Fujimori tiene cola de paja y su pasado deja muchas dudas, pero es la tabla de salvación que le queda a los peruanos para no ser la segunda Venezuela en Sudamérica. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.

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