Unidad desde los principios y valores para recuperar y defender la democracia
Por Carlos Sánchez Berzaín *
La recuperación de la democracia en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, se dificulta con argumentos de diferencias ideológicas, programáticas o estratégicas entre los líderes y grupos llamados a conducir y lograr esta necesidad histórica. La defensa de las democracias en las Américas frente a la conspiración y la sedición transnacionales tiene las mismas dificultades, que impiden concertar políticas de estado internas y oportunas acciones internacionales. La realidad indica que para recuperar y defender la democracia es imprescindible la unidad que puede construirse en función de los principios y valores.
Recordemos que los principios son “un conjunto de parámetros éticos de carácter universal que orientan la vida en sociedad”, se trata de “normas o ideas fundamentales que rigen el pensamiento o la conducta”, como el principio de “vida”, “libertad”, “humanidad”, “igualdad”, del “bien”, “honestidad”, “justicia”, “moralidad”. Los valores derivan de los principios éticos universales y son “aptitudes o cualidades individuales que definen la conducta de un individuo en la sociedad”.
La recuperación y la defensa de la democracia frente a las dictaduras del castrochavismo es una cuestión de reposición y defensa principios y valores como la vida, la libertad, la igualdad, la humanidad, el bien, la honestidad, la justicia, la moralidad, la tolerancia, la responsabilidad y mas, frente a la violación de los derechos humanos, la opresión, la desigualdad, la degradación de las personas, el crimen organizado, la corrupción, la prevaricación y la destrucción de los valores éticos, morales y cívicos, familiares.
Los principios son anteriores y determinan las ideologías, los programas políticos y las estrategias. Las “ideologías describen y postulan modos de actuar sobre la realidad colectiva”, sobre todo el sistema de la sociedad o en áreas como la economía, lo social, la ciencia, la cultura, la política y otras de interés común. De esta forma, todos los grupos, partidos, líderes y actores en democracia tienen los mismos principios en base a los cuales proponen “modos de actuar sobre la realidad colectiva mediante propuestas ideológicas y programáticas que transmiten y aplican con estrategias.
La unidad en base a los principios y valores es factible si lo que se busca recuperar y lo que se defiende es la “democracia” que tiene como elementos esenciales mínimos precisamente principios: “el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, el estado de derecho, la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto, la libre organización política, y la separación e independencia de los poderes públicos.
En la lucha para cesar y derrotar las dictaduras solo hay dos grupos que se confrontan y son la dictadura y el de la democracia, no existe intermedio porque la zona gris es de la dictadura. Quienes impiden la unidad están ayudando a la permanencia de la dictadura y deben ser considerados como parte de ella. Hasta que se retire el dictador y se acabe la dictadura con la “restauración del estado de derecho”, la situación es de emergencia nacional que solo puede terminar con “elecciones libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía popular”.
No es posible derrotar a las dictaduras sin unidad. Las dictaduras cesan solo cuando el pueblo confronta la usurpación, conducido por un liderazgo de unidad, cuyo único propósito es restituir la libertad y la democracia y no busca ventajas sectarias para la próxima “elección en dictadura”. Por eso, la estrategia de las dictaduras es dividir al pueblo para destruir la nación, multiplicar los temas y ejes de confrontación, manipular la oposición, crear “oposición funcional”, confrontar entre si los adversos para debilitarlos y extinguirlos.
El modelo de “dictadura electoralista” impuesto por el castrochavismo conduce a tratar de retirar al dictador en elecciones, lo que permite en caso de que eso suceda, que la dictadura permanezca como sistema y como organización. Este riesgo es hoy crisis en Bolivia donde luego de la renuncia del dictador Morales la realidad es que “salió el dictador pero no la dictadura”, mientras gobierno interino y oposición disputan la mejor posición sectaria de funcionalidad sin democracia.
Si los actores políticos enfrentados a las dictaduras no se unen en base a principios y valores en cada país y despejan la sospecha creciente de ser “oposiciones funcionales”, las dictaduras caerán junto con los simuladores de oposición que impiden la unidad.
*Carlos Sánchez Berzaín es abogado boliviano constitucionalista, politólogo y actual Director Ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy.