La paz como subterfugio para la impunidad de crímenes promovidos por Cuba
Por Carlos Sánchez Berzaín (*)
La estrategia del socialismo del siglo XXI o castrochavismo es legalizar su crimen organizado convirtiendo las dictaduras en gobiernos revolucionarios, el terrorismo de estado y las violaciones de derechos humanos en defensa popular, las guerrillas terroristas y narcos en procesos de liberación. Se trata de convertir delitos gravísimos en hechos políticos y dar impunidad a delincuentes. En esta agenda, Gustavo Petro lleva a Colombia al diálogo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), con la dictadura de Venezuela como anfitrión, usando la paz como subterfugio para la impunidad de crímenes promovidos por Cuba.
La acción de Petro además de abrir el camino de la impunidad a los miembros del ELN tapando crímenes de lesa humanidad, narcotráfico y terrorismo, ha creado el doble efecto de buscar reincorporar a la dictadura de Venezuela como sujeto de derecho internacional, poniendo al dictador Nicolas Maduro como un jefe de estado auspiciante de la paz por encima de la condición de jefe del “cartel de los soles” y de la orden de captura internacional con recompensa de 15 millones de dólares. Agenda internacional del castrochavismo claramente diseñada por Cuba y convertida en política interna y exterior de Colombia.
El ELN de Colombia como todas las guerrillas que irrumpieron en las Américas a partir de la toma del poder por Castro en Cuba, son creación de la dictadura cubana. Se registra como su primera operación el 7 de enero de 1965 con la toma del municipio de Simacota departamento de Santander por un grupo guerrillero que repite el ideario de la revolución cubana y aplican el foquismo.
Hubo ELN en Perú en 1962 liderado por Héctor Béjar y fue derrotado militarmente en diciembre de 1965. El ELN fue organizado en Bolivia y operó en la guerrilla de Ñancahuzú 1966-67 que terminó con la muerte del Che Guevara. En Brasil organizaron el Comando de Liberación Nacional liderado por Murilo Pezzuti que estuvo operativo de 1967 a 1969. En Argentina -entre otros- el Frente Argentino de Liberación o Fuerzas Argentinas de Liberación operativo de 1967 a 1973. En Uruguay el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamarus desde 1966. En Venezuela las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, creada en 1962 como brazo armado del Frente de Liberación Nacional.
Las guerrillas en las Américas fueron la expansión de la dictadura de Cuba, organizadas y sostenidas en el marco de la guerra fría, con inspiración foquista, antiimperialista, que ensangrentaron la región. Se cuentan más de 50 organizaciones guerrilleras de este tipo que se desactivaron como el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional de México, fueron derrotadas militarmente como el ELN en Bolivia y Sendero Luminoso o el MRTA del Perú, lograron acuerdos de paz como las FARC de Colombia, o tomaron el poder como el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua.
La cuestión de las guerrillas son sus acciones criminales con delitos que van desde los secuestros, asesinatos, terrorismo, toma y explotación de rehenes, sometimiento a esclavitud, narcotráfico y más. Hay un punto en el que las proclamas reivindicativas de liberación son coartadas de crímenes atroces cometidos contra las mismas personas y poblaciones a las que dicen defender y por la que proclaman su lucha armada.
La autoproclamada legitimidad revolucionaria termina definitivamente con la democratización de prácticamente toda América Latina efectiva desde la década de los ochenta del siglo pasado, con excepción de la dictadura de Cuba que mantiene el apoyo a los grupos guerrilleros operativos.
La recuperación de la dictadura de Cuba a partir de 1999 con el soporte de Hugo Chávez y la toma de extraordinarios recursos económicos con el sometimiento de Venezuela, la corrupción con fondos federales de Brasil y el establecimiento de narcoestados, convierte el castrismo del siglo XX en castrochavismo del siglo XXI y permite la abierta protección de la dictadura jefe a sus movimientos criminales, en el ámbito del narcotráfico y el crimen en base a la violencia y los atentados contra la democracia.
Las negociaciones de paz de Colombia con las FARC, con Cuba el patrocinante y protector de la guerrilla como mediador, y el resultado de las mismas desconociendo el Plebiscito Sobre Acuerdos de Paz de 2 de octubre de 2016 que rechazó los acuerdos, son un precedente muy importante. Las FARC siguen operando guerrillas y crimen organizado con el denominado FARC-EP o disidencias, mientras secuestradores, narcotraficantes, violadores y criminales impunes son miembros del Parlamento y la política colombianas. No hay paz en Colombia pero hay impunidad.
(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado y politólogo. Actual Director del Interamerican Institute.