Urge terminar el doble estándar de las sanciones a las dictaduras

bomaher
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Urge terminar el doble estándar de las sanciones a las dictaduras

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Urge terminar el doble estándar de las sanciones a las dictaduras

Por Carlos Sánchez Berzaín (*)

El argumento de las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua para encubrir la violación de derechos humanos que ejercitan con terrorismo de Estado, el fracaso económico, la opresión social y la miseria a la que han llevado a sus pueblos, son las llamadas sanciones o bloqueo. Al propio tiempo, la bandera de las democracias y los líderes que luchan contra las dictaduras, es la imposición de sanciones. Sin embargo, la observación de la realidad muestra sanciones sin efectos y un doble estándar que urge terminar con sanciones de verdad, que inhabiliten y cesen las dictaduras.

Una sanción es un castigo, una inhabilitación que se impone para modificar, cambiar o terminar una conducta indebida. La sanción tiene el propósito de alterar una situación negativa, modificarla o terminar con ella. En el caso de las sanciones a las dictaduras se trata de medidas que con tal propósito son tomadas por gobiernos y estados democráticos.

El famoso bloqueo o embargo económico con el que la dictadura de Cuba trata de justificar la miseria a la que ha llevado a su pueblo y la opresión con terrorismo de Estado que ejerce sobre sus ciudadanos está contenido con un conjunto de disposiciones legales de Estados Unidos que iniciaron el 19 de Octubre de 1960 cuando el Presidente Eisenhower impuso lo que se llamó “embargo parcial” y luego rompió relaciones el 3 de Enero de 1961. Mucho de esto modificado por el Presidente Obama y luego por el Presidente Trump.

El embargo, bloqueo o sanciones persiguen fines similares que son la modificación o la terminación de las conductas antidemocráticas, violatorias de derechos humanos, opresivas y criminales de la dictadura. La diferencia entre “bloqueo y embargo’' radica en que el primero no excluye el empleo de la fuerza en el ámbito marítimo y el segundo no considera ese recurso”. Hoy el bloqueo prácticamente no existe.

Como en el siglo XXI la dictadura de Cuba se ha expandido y con la bandera de socialismo del siglo XXI o castrochavismo ha establecido y controla las dictaduras de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, todas ellas en exacto modelo de violación de derechos humanos y terrorismo de Estado, las sanciones de democracias como la de Estados Unidos y la Unión Europea se han repetido a esos regímenes.

Además de la existencia de presos y exiliados políticos, de la destrucción del estado de derecho y de la separación e independencia de los poderes públicos, las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua han convertido sus países en narcoestados, han desconocido los acuerdos internacionales de lucha contra el narcotráfico, han expulsado a la DEA, protegen narcotraficantes y participan de la actividad criminal, lo que ha generado sanciones específicas en este ámbito.

Sin embargo, las sanciones tan publicitadas por los que las imponen como objeto de quejas y reclamos por los que las reciben, no han cambiado la conducta de las dictaduras ni de sus jefes, no han disminuido el nivel de violación de derechos humanos, ni han modificado la condición de los narcoestados y menos logrado la liberación de los pueblos con transiciones de las dictaduras a democracia. Hay muchas sanciones, pero las dictaduras siguen y los dictadores suman con usufructo ilimitado del poder e impunidad.

La observación de la realidad objetiva muestra que más allá de las denominadas sanciones, Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua han seguido y siguen comprando de los países o de empresas de los países que “las sancionan” todo tipo de productos que incluyen material bélico y antidisturbios con el que reprimen al pueblo que pide libertad y con el que se mantienen en el poder preservando su impunidad.

Las dictaduras siguen siendo sujetos de crédito en organismos internacionales, sus sistemas financieros denominados privados y siempre vinculados a “amigos del régimen” se mantienen intactos permitiéndoles mover sus recursos provenientes de la corrupción y el crimen.

No hay manera que ninguna sanción por buena intención o disposición que tenga surta efecto sobre las dictaduras ni logre modificación alguna de conducta y menos que las dictaduras cesen, mientras las relaciones comerciales permanezcan intactas, los créditos abiertos, las dictaduras sigan siendo sujetos y el sistema internacional se mantenga en declaraciones y expresiones de protesta si ningún efecto real. En esto consiste el “doble estándar”, en sancionar sin consecuencias y comerciar sin pena.

Un dato de muchos que ilustra el doble estándar de las sanciones a las dictaduras y es la reciente noticia de prensa que España exportó el año 2020 a la dictadura de Cuba un millón trescientos mil dólares en material militar y “350.000 Euros de material antidisturbios durante el primer semestre de 2021 cerca del estallido social del 11J”. Pero hay más.

(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista, politólogo, fue 5 veces ministro de Estado en Bolivia y actualmente es Director Ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy.

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