Castrochavismo en Argentina y el síndrome de la rana hervida
Por Carlos Sánchez Berzaín (*)
El gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner ha puesto la política exterior de Argentina al servicio de las dictaduras del castrochavismo bajo la jefatura de Cuba, respaldando a Venezuela, Nicaragua e interviniendo directamente para devolverle el poder pleno en Bolivia. Su agenda interna es la continuación de los 12 años del gobierno Kirchner, avanzando en la destrucción de la democracia y garantizando impunidad, convirtiendo delitos en política y delincuentes en políticos. Argentina es una democracia en destrucción y su gobierno castrochavista repite la aplicación del síndrome de la rana hervida.
El síndrome de la rana hervida describe que “si una rana se pone repentinamente en el agua hirviendo, saltará, pero si se la pone en el agua tibia que se lleva a ebullición lentamente, no percibirá el peligro y se cocerá hasta la muerte”. Es una metáfora de “la incapacidad o falta de voluntad de las personas para reaccionar o ser conscientes de las amenazas siniestras aplicadas gradualmente”.
El siglo XXI está marcado por el incremento de las dictaduras en las Américas. Cuba, la única dictadura de la región que agonizaba en 1999 fue rescatada por Hugo Chávez y hoy es jefe del grupo que se denominó populista, bolivariano, Alba, socialismo del siglo XXI, ahora “castrochavismo”, que describe “el sistema de crimen organizado trasnacional que detenta el poder político en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia (Argentina) que amenaza la democracia y la paz en las Américas… cuya metodología consiste en presentar los delitos como hechos de política y a los delincuentes como actores políticos”
Desde su posesión el 10 de diciembre de 2019, Fernández/Kirchner re-entregaron la Argentina al servicio del castrochavismo con su invitado central de Cuba Díaz-Canel, el incidente con el enviado de los Estados Unidos que se retiró, la invitación a Lula da Silva de Brasil, Rafael Correa de Ecuador y mas. Con Fernández/Kirchner Argentina cambió su posición en la Organización de Estados Americanos y el Grupo de Lima, pasando a apoyar a la dictadura de Venezuela, desconociendo al Presidente Juan Guaido, aceptando y acreditando embajadores con el dictador Maduro, y protagonizar posturas “antiimperialistas” como la elección del presidente del BID, a tiempo que se abrió al tráfico de los “médicos esclavos” cubanos.
Bajo la dirección de Cuba, Fernández/Kirchner convirtieron Argentina en el centro de conspiración para liquidar la transición a la democracia del pueblo boliviano. Protegieron en su territorio con fondos argentinos al dictador prófugo Evo Morales y le brindaron todos los medios del pueblo argentino para conspirar y operar su retorno, cometiendo delitos de sedición, falsificaciones, fraude electoral y atentados contra la soberanía de Bolivia. Luego de esa exitosa como criminal gestión, Argentina es hoy la plataforma de conspiración en el cono sur sobre Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil, proporcionando medios y cobertura al Foro de Sao Paolo operado por el G2-cubano.
El gobierno Fernández/Kirchner es solo continuismo “K” de los 12 años de Néstor y Cristina Kirchner totalmente alineado e integrado en el castrochavismo, que no pudo completar su agenda de destrucción de la institucionalidad de Argentina para instalar un régimen de reelección indefina de “dictadura electoralista” como son hoy Venezuela, Bolivia y Nicaragua. El plan de política interna de Fernández/Kirchner es solo la “franquicia del castrochavismo” con énfasis en la “impunidad a toda costa” y persecución de los opositores políticos, para lo que le urge el control del “poder Judicial”.
El proceso de destrucción de la democracia en Argentina está descrito por el síndrome de la rana hervida, como sucedió en Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador. Utilizando mayorías manipuladas en el legislativo aprueban “leyes infames” que destrozan el sistema institucional desde dentro, liquidan la democracia con sucesivos pequeños golpes de estado o “golpes blandos”. La revisión de las noticias de Argentina muestra que -por acción del gobierno- cada día hay mas violaciones a los derechos humanos y las libertades individuales, menos estado de derecho y que la división e independencia de poderes está apunto de acabar.
Por años escuchamos que “Venezuela no es Cuba” y hoy Venezuela es igual o peor que Cuba. Ahora oímos que “Argentina no es Venezuela”, pero la metodología que se aplica para terminar con la libertad y la democracia, destruir la libre empresa, los sindicatos y la propiedad privada, terminar con el estado de derecho y copar el poder judicial en Argentina, es solo la repetición de lo ya hecho en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
La defensa de Argentina ante la agresión de su propio gobierno no es un tema ideológico, no es de derechas ni izquierdas, es un asunto existencial. Los argentinos se están jugando la libertad y parece que son víctimas del síndrome de la rana hervida”.
(*) Carlos Sánchez Berzaín, es abogado constitucionaliosta, politólogo, 5 veces ministro de Estado en Bolivia y actual Director Ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy.