Estados Unidos. No pasa nada.
Publicado: Vie Nov 13, 2020 5:42 pm
Estados Unidos. No pasa nada.
Por Hernán Maldonado
Las recientes elecciones presidenciales han provocado un diluvio de noticias de todo tipo alrededor del orbe, lo que es una palpable muestra de la trascendencia de la primera potencial mundial.
Aunque no se ha contado aún el último voto, por impugnaciones del presidente Donald Trump, ya se ha autoproclamado triunfador el candidato demócrata Joe Biden.
Pasados 10 días, pienso que esa ya es una realidad. Una buena cantidad de dignatarios lo han reconocido. Desde el papa Francisco hasta el régimen chino. (Por si fuera poco, Biden ganó por más de 5 millones de sufragios de diferencia en el voto popular).
Con Biden habrá cambios en la política internacional. Los demócratas son proclives al diálogo, al consenso (Bajo el gobierno de Barack Obama se restablecieron las relaciones con Cuba y el propio Obama fue a visitar al tirano Raúl Castro). No es de esperar que Biden haga lo propio con Maduro, Ortega ni Fernández, de manera que quizás eso explique el alborozo con que los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Argentina han recibido el triunfo demócrata.
Recuerden que el timorato Jimmy Carter permitió el ultraje de los rehenes estadounidenses en Irán. El republicano Ronald Reagan siendo candidato prometió que liberaria a esos rehenes. El día mismo de la posesión de Reagan el régimen teocrático, asustadísimo, liberó a casi un centenar de los cautivos que permanecieron en sus manos durante 444 días.
Muchos que ansían liberar a sus países, especialmente venezolanos, cubanos y nicaragüenses, apostaron fuerte a Trump, olvidando que el republicano era más boca que acción y que desde el comienzo de su gobierno dijo que Estados Unidos “no es la policía del mundo”. Trajo de vuelta al país a miles de soldados desde Irak, Afganistán, etc.
Republicanos y demócratas desde hace 61 años prometen liberar a Cuba del castrocomunismo y todo es una retórica insulsa. Olvidan que EE.UU. va a enviar a sus soldados, solo cuando haya ciudadanos americanos en peligro (como ocurrió en Grenada y Panamá).
En el plano interno, no cambiara mucho. Se descontinuará la construcción del muro en la frontera mexicana. Se favorecerá un poco la inmigración. Se aflojaran las reglas en contra de los ilegales. Se mantendrá el Obamacare. No disolverán los cuerpos policiales, etc. No olvidar que EE.UU. es un estado federal donde hay leyes nacionales y regionales, gobernadores demócratas y republicanos, con sus respectivos parlamentos. Es una, como su nombre lo indica, unión de estados.
Aquí funcionan las instituciones. El presidente es muy poderoso, pero funcionan los contrapesos. Muchas de sus decisiones deben ser aprobadas por el Congreso y muchas otras son rechazadas. A Trump, hasta jueces inferiores le han parado el coche con innumerales decisiones. La prensa ha sido ferozmente crítica con él y no hubo ni un periodista preso o se cerró algún medio (Este es otro tema que mañana les comentaré y que esta semana ha pasado bajo la mesa en la gran prensa mundial).
Lo único seguro del próximo gobierno es que Biden no irá a la reelección el 2025.
Por Hernán Maldonado
Las recientes elecciones presidenciales han provocado un diluvio de noticias de todo tipo alrededor del orbe, lo que es una palpable muestra de la trascendencia de la primera potencial mundial.
Aunque no se ha contado aún el último voto, por impugnaciones del presidente Donald Trump, ya se ha autoproclamado triunfador el candidato demócrata Joe Biden.
Pasados 10 días, pienso que esa ya es una realidad. Una buena cantidad de dignatarios lo han reconocido. Desde el papa Francisco hasta el régimen chino. (Por si fuera poco, Biden ganó por más de 5 millones de sufragios de diferencia en el voto popular).
Con Biden habrá cambios en la política internacional. Los demócratas son proclives al diálogo, al consenso (Bajo el gobierno de Barack Obama se restablecieron las relaciones con Cuba y el propio Obama fue a visitar al tirano Raúl Castro). No es de esperar que Biden haga lo propio con Maduro, Ortega ni Fernández, de manera que quizás eso explique el alborozo con que los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Argentina han recibido el triunfo demócrata.
Recuerden que el timorato Jimmy Carter permitió el ultraje de los rehenes estadounidenses en Irán. El republicano Ronald Reagan siendo candidato prometió que liberaria a esos rehenes. El día mismo de la posesión de Reagan el régimen teocrático, asustadísimo, liberó a casi un centenar de los cautivos que permanecieron en sus manos durante 444 días.
Muchos que ansían liberar a sus países, especialmente venezolanos, cubanos y nicaragüenses, apostaron fuerte a Trump, olvidando que el republicano era más boca que acción y que desde el comienzo de su gobierno dijo que Estados Unidos “no es la policía del mundo”. Trajo de vuelta al país a miles de soldados desde Irak, Afganistán, etc.
Republicanos y demócratas desde hace 61 años prometen liberar a Cuba del castrocomunismo y todo es una retórica insulsa. Olvidan que EE.UU. va a enviar a sus soldados, solo cuando haya ciudadanos americanos en peligro (como ocurrió en Grenada y Panamá).
En el plano interno, no cambiara mucho. Se descontinuará la construcción del muro en la frontera mexicana. Se favorecerá un poco la inmigración. Se aflojaran las reglas en contra de los ilegales. Se mantendrá el Obamacare. No disolverán los cuerpos policiales, etc. No olvidar que EE.UU. es un estado federal donde hay leyes nacionales y regionales, gobernadores demócratas y republicanos, con sus respectivos parlamentos. Es una, como su nombre lo indica, unión de estados.
Aquí funcionan las instituciones. El presidente es muy poderoso, pero funcionan los contrapesos. Muchas de sus decisiones deben ser aprobadas por el Congreso y muchas otras son rechazadas. A Trump, hasta jueces inferiores le han parado el coche con innumerales decisiones. La prensa ha sido ferozmente crítica con él y no hubo ni un periodista preso o se cerró algún medio (Este es otro tema que mañana les comentaré y que esta semana ha pasado bajo la mesa en la gran prensa mundial).
Lo único seguro del próximo gobierno es que Biden no irá a la reelección el 2025.