México: En el nombre de… los pobres
Por Hernán Maldonado
El militarote venezolano Hugo Chávez Frías le confesó al general Guacaipuru Lameda, cuando este era el líder de la estatal petrolera PDVSA, que había que mantener en la pobreza a los pobres, “porque ellos son los que nos votan”.
¿Descubrió algo el soez demagogo caribeño? ¡De ninguna manera! Con la prédica de luchar por los desposeídos, décadas antes, Juan Domingo Perón, se adueñó del corazón de sus “descamisados”, instaurando la larga noche del peronismo en Argentina.
¡Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo! (dar el resto), gritaban las multitudes aclamando al caudillo venezolano hasta su muerte.
Aprovechando el auge de los precios del petróleo (de 12 dólares el barril llegó a costar 120) Chávez despilfarró 300.000 millones de $us en 10 años, según su ex ministro de Planificación, Jorge Giordani. Muchísimos de esos millones en manos corruptas del propio Chavez, su parentela, y de sus allegados.
Cuando acabó la bonanza, su sucesor Nicolás Maduro, acogió la estrategia castrista de someter a su pueblo por el estómago, con la libreta de racionamiento, en Cuba, y con las cajitas CLAP de alimentos básicos, en Venezuela. Estás con el gobierno o no comes… Así de simple.
En la Bolivia de Evo Morales, fanático castrochavista, donde la pobreza sitúa al país solo por encima de Haití, la consigna engatusadora de las mayorías nacionales fue racial. Hasta el ex presidente Carlos D. Mesa alababa que por fin el país tenía por máximo líder a un indígena… (que no es tal, porque no habla ningún idioma originario).
Fue presentado al país como “el hombre nuevo”, que en 20 años de gobierno demostró ser tanto o más corrupto que los anteriores. Lo que es peor, lleno de resentidos sociales, una caterva de ignorantes, incapaces y avariciosos, destructores de la economía nacional, como ahora amargamente vemos.
En México, Andrés Manuel López Obrador, sin quitarle ni una coma a lo dicho por Chávez, también exhortó a mantener pobres a los pobres, porque ellos nos votan. De nada sirvió que reputados periodistas, como Carlos Loret de Mola, revelaran día tras día los negociados de sus allegados, incluyendo sus hijos.
Nunca reveló quiénes le financiaron durante más de 20 años sus multimillonarias campañas políticas, siendo que él mismo reconoció que jamás tuvo tarjetas de crédito ni cuentas en un banco…(“Con los narcos, abrazos y no balazos”, dijo apenas asumió la presidencia).
En las elecciones de junio se creía que la senadora opositora Xochil Gálvez, de auténtico origen indígena, sería su reemplazante, pero las ovejitas “nacionalistas” mexicanas engatusadas por el demagogo parlanchín mañanero, prefirieron darle un abrumador triunfo a su espaldera, la zurda Claudia Sheinbaum, de origen judío y de apellido tan “azteca” como Moctezuma.
Y todavía lo que veremos…