Si la política es el arte de lo posible, la sobrevivencia es el arte de lo necesario
Por Carlos Sánchez Berzaín (*)
El concepto de que “la política es el arte de lo posible” que indica las limitaciones en la interacción de posiciones políticas para encontrar un resultado, está siendo aplicado para demorar el declive y el fin de las dictaduras del socialismo del siglo XXI en las Américas. Apelando a la política para continuar disfrazando su condición de delincuencia organizada, el castrochavismo busca mantener sus sistemas, autoridades y métodos no democráticos con fines de impunidad. El cese de los regímenes no democráticos hace a la vida misma de los pueblos y si en estas circunstancias se plantea la política como el arte de lo posible, no olvidemos que la sobrevivencia es el arte de lo necesario.
Aristóteles, Maquiavelo, Bismark, Churchill, cada uno en su tiempo y circunstancias históricas, dijeron, desarrollaron o emplearon esta frase –la política es el arte de lo posible- que algunos consideran incluso una definición. Recordemos que la política como ciencia “trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas”, que la política como servicio debería ser “la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos” y que como derecho es “la actividad del ciudadano en los asuntos públicos”.
El socialismo del siglo XXI o castrochavismo, que con la metodología de la Cuba de Fidel Castro y el petróleo de Venezuela malversado por Hugo Chávez llegó a controlar casi toda América Latina incluyendo la Organización de Estados Americanos, está desde hace años en declive y en proceso de extinción. Ha fracasado su proyecto de suplantar la democracia con “dictaduras electoralistas”, detentando del poder indefinidamente, haciendo desaparecer el “estado de derecho” y la “división e independencia de los poderes públicos”, institucionalizando las violaciones de derechos humanos, judicializando la persecución política, asesinando la reputación, construyendo narcoestados y detentando el poder como grupo de delincuencia organizada transnacional.
En la violenta agonía del socialismo del siglo XXI la jefatura es de la dictadura de Cuba que controla a Venezuela con la dictadura de Maduro y su grupo criminal, Nicaragua con la dictadura Ortega Murillo, que tienen soporte disfrazado de ideología por los Fernández/Kirchner de Argentina y López Obrador de México. Los pueblos de Cuba, Venezuela y Nicaragua sufren la “indefensión”, el hambre y la miseria del socialismo. Venezuela con su Presidente Legítimo Juan Guaidó no ha logrado cesar la usurpación que ensaya otra “elección en dictadura”. Nicaragua lucha por su libertad con mas de cien mil exiliados y centenas de presos políticos mientras el régimen prepara otra “elección en dictadura”.
En Ecuador se adelanta un proceso de transición difícil, que sin embargo ofrece resultados como la condena a ocho años de cárcel de Rafael Correa, la restauración de la lucha contra el narcotráfico, el retorno paulatino de las garantías ciudadanas y más. En Bolivia salió el dictador Evo Morales pero la dictadura como sistema y control de los poderes del estado está intacta, el país es rehén del sistema criminal del narcoestado, y el gobierno que debió ser de transición es un interinato de continuismo que va a otra “elección en dictadura”.
En Colombia el castrochavismo en la Corte Suprema ha puesto al ex Presidente Álvaro Uribe en detención domiciliaria en un caso típico de judicialización de la persecución, mientras guerrilleros, terroristas y narcotraficantes se han incorporado a la actividad política y las FARC y el ELN incrementan sus actividades delictivas asociados con las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua como prueba de que el socialismo del siglo XXI es delincuencia organizada usurpando la política.
En estas circunstancias, en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y en toda la región, no es válido que “la política es el arte de lo posible”, ni siquiera como argumento. Lo usa el crimen organizado para mantener su presencia en la política, para sostener sus leyes infames, para seguir controlando legisladores, jueces y autoridades para proteger las fortunas mal habidas, encubrir el narcotráfico y en suma tener “impunidad”, mientras preparan el próximo ataque contra una sociedad condenada a “indefensión por ausencia de estado de derecho”.
La política como el arte de lo posible es hoy la coartada del socialismo del siglo XXI para impedir la liberación de los pueblos y mantener su sistema. Lo que está en juego es la sobrevivencia de las naciones frente a la multiplicación de los ejes de confrontación y el globalismo. En este momento histórico se lucha por la vida y la libertad, la sobrevivencia que es el arte de lo necesario, no de lo posible.
(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista, ex ministro boliviano, politólogo y actual Director Ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy.