La tercera guerra mundial o la primera guerra global
Por Carlos Sánchez Berzaín (*)
La invasión de Rusia a Ucrania con crímenes de “guerra de agresión” y de “lesa humanidad” ha producido una confrontación en la que nadie queda al margen. En el mundo capitalista, globalizado y en revolución tecnológica del siglo XXI, esta guerra tiene un frente de combate armado en el territorio de Ucrania pero es una conflagración sin exclusiones en todo el mundo, que tiene características de tercera guerra mundial o la primera guerra global.
La historia moderna de la humanidad ha establecido la denominación de guerra mundial para las dos guerras que en el sigo XX abarcaron una confrontación de tal magnitud que afectaba a todo el planeta o que expresaba “la escala de pavor que había generado el conflicto”. La Primera llamada también “la Gran guerra” confrontó a la “Triple Entente contra la Triple Alianza” de 1914 a 1918 y la Segunda fue la lucha de “los Aliados contra las Potencias del Eje” entre 1939 a 1945.
El fin de la Segunda Guerra Mundial determinó el nuevo orden internacional vigente, fundado en “la paz como obligación jurídica internacional”, la condena de la “guerra de agresión” con la creación de la Organización de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales. Para juzgar el crimen de agresión, crímenes de guerra y de lesa humanidad funcionaron el Tribunal de Núremberg que dictó 12 condenas a muerte y 3 a cadena perpetua y el Tribunal de Tokio que estableció 7 condenas a muerte y 16 cadenas perpetuas y otras condenas.
Clausewits considera que “la guerra no es otra cosa que un duelo en una escala mas amplia” y ofrece el concepto de que “la guerra es un acto de fuerza para imponer nuestra voluntad al adversario” y que “no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de la misma por otros medios”. La guerra en sentido estricto es “el conflicto social en que dos o más grupos se enfrentan de manera violenta, mediante el uso de armas de toda índole, con resultado de muerte y daños materiales considerables”.
La “guerra total” define “una guerra en que las partes movilizan y fuerzan hasta el límite todos sus recursos disponibles, ya sean humanos, militares, industriales, agrícolas naturales, tecnológicos, científicos o de cualquier tipo, para destruir totalmente la capacidad del otro”.
La “neutralidad” se define como “no tomar partido y renunciar a toda injerencia en un conflicto”, esto es “que no participa de ninguna de las opciones en conflicto”. En derecho internacional la neutralidad tiene dos elementos que son la “no participación” y la “imparcialidad” en el conflicto armado.
Si aplicamos estos conceptos a la realidad objetiva de la invasión de Rusia a Ucrania y a los efectos mundiales que esta agresión ha producido y está produciendo, podemos constatar que estamos en una conflagración de alcance mundial, con el esfuerzo por reducir el frente de batalla armado al territorio de Ucrania, pero que ha hecho de todo el mundo sin excepciones el campo de batalla de la conflagración económica, comunicaciones y tecnológica.
La extensión de la contienda que es armada en el territorio de Ucrania, es económica en todo el mundo por las sanciones impuestas a Rusia en busca de cesar la agresión y forzar a Vladimir Putin y su dictadura a respetar la soberanía del país agredido frenando la posibilidad de expansión del conflicto armado. Las acciones y los efectos económicos del conflicto desatado por el crimen contra la paz que perpetra Rusia en un frente de batalla relativamente reducido, son mundiales como lo demuestra el precio de los combustibles que se consumen en el mundo todo los días.
La confrontación global es también comunicacional, mediática y tecnológica como lo demuestra el día a día de los medios, cadenas de comunicación, declaraciones oficiales de los gobiernos, decisiones de organismos internacionales, expresiones de la sociedad civil, manifestaciones, redes sociales y más.
La invasión a Ucrania en el mundo globalizado y tecnológico no ha dejado espacio para la neutralidad. La gravedad de las acciones rusas y de las amenazas y consecuencia es tan grande que han puesto en evidencia el eje de confrontación del siglo XXI de dictadura contra democracia. En todos el mundo expresado en la prensa y los organismos internacionales solo hay dos grupos de estados y de gobiernos, los que defienden la libertad y la democracia que apoyan a Ucrania y los que constituyendo diversas formas de dictaduras o gobiernos a su servicio defienden –así sea con su voto de abstención- la agresión de la dictadura de Rusia.
Todos estamos incluidos y afectados por esta guerra que ya se puede llamar “tercera guerra mundial” o la “primera guerra global”.
(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista, politólogo, 5 veces ministro de Estado en Bolivia y actual Director Ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy.