La confrontación mundial del siglo XXI está probada, y es dictadura contra democracia

bomaher
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La confrontación mundial del siglo XXI está probada, y es dictadura contra democracia

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La confrontación mundial del siglo XXI está probada, y es dictadura contra democracia


Por Carlos Sánchez Berzaín (*)

La posesión del dictador de Nicaragua con su invitado requerido por terrorista Nohsen Razai en representación de Irán, la escalada de la tensión de Rusia contra Ucrania, el aviso del viceministro ruso de no descartar el “despliegue de infraestructura militar en Cuba y Venezuela”, el anuncio de China de financiar en Latinoamérica obras de infraestructura que incluyen 5G con Huawei, el control por las dictaduras del 68% el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, son algunos datos que prueban que el eje de confrontación en el siglo XXI es dictadura contra democracia y es mundial.

Genéricamente solo hay dos maneras de organizar el sistema de gobierno de un Estado: la que se funda en el respeto a la libertad y los derechos humanos que es la democracia; y la que concentra el poder indefinida e incondicionalmente en manos de individuos o grupos que violentan la libertad y los derechos humanos de quienes someten, que es la dictadura.

La libertad detallada en el respeto a los derechos humanos es el fundamento de la democracia que implica expresión de la voluntad popular para acceder al gobierno, temporalidad en el ejercicio del poder, naturaleza de mandato que recibe el gobernante con obligación de rendición de cuentas, imposibilidad de concentrar todo el poder por la división e independencia de los órganos públicos con justicia independiente, sometimiento a la ley que estructura el estado de derecho, libre organización política.

La democracia es el sistema en que el derecho y la libertad propios solo puede tener por límite el derecho y la libertad de los demás y está lejos de ser un sistema perfecto, pero no hay uno mejor. Winston Churchill consagró la célebre frase de que “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”.

Toda forma o sistema de gobierno en el que se subordine la libertad y el respeto de los derechos humanos a la voluntad de un individuo o grupo y en el que se utilice cualquier forma de violencia para tomar y detentar el poder, es una dictadura. El uso de la fuerza o violencia, la concentración de todo el poder en una persona o grupo, la permanencia indefinida en el poder o el propósito de hacerlo, la inexistencia de garantías que institucionalizan la violación de las libertades individuales y la impunidad señalan la dictadura.

Disfrazar una dictadura como movimiento político de liberación, revolución social, proceso de cambio, nueva organización del estado, exacerbación nacionalista, concepciones teocráticas de mandatos divinos o inspiraciones religiosas, son algunas de las formas con las que se pretende –con algún éxito de publicidad- presentarlas como aceptables e incluso como “nuevas u otras formas de democracia”. El esfuerzo general consiste en otorgar una legitimidad que no tienen los regímenes violatorios de los derechos humanos y de crimen organizado.

Las Américas en el siglo XXI están marcadas por dos hechos antagónicos: 1.- la institucionalización de la democracia mediante un tratado constitutivo obligatorio para todos los Estados, que es la Carta Democrática Interamericana firmada en Lima Perú el 11 de septiembre de 2001 que proclama la “democracia como un derecho de los pueblos..”; 2.- La expansión de la dictadura de Cuba con el aporte de capital de Venezuela, estableciendo las dictaduras del socialismo del siglo XXI o castrochavismo en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, falsificando la política para encubrir el crimen organizado.

El choque entre los planteamientos y regímenes dictatoriales y las propuestas y gobiernos democráticos no es una cuestión de izquierda y derecha como se trata insistentemente de presentar. La confrontación entre democracia y dictadura no es ideológica, es existencial. No hay confrontación ideológica entre la defensa de la libertad y los derechos humanos frente al crimen organizado trasnacional que detenta el poder con “terrorismo de Estado” instalando narcoestados, cometiendo y amparando todo tipo de delitos con fines de impunidad. El crimen no es una ideología.

La nítida la relación entre las dictaduras de las Américas de propiedad de Cuba y los regímenes dictatoriales de Irán, Rusia, China y otros , es solo el “hecho notorio” de una relación natural entre ellos fundada en las coincidencias de objetivos y métodos que violan la libertad y los derechos humanos y que disfrazan de “antiimperialismo”.

La confrontación mundial del siglo XXI está probada y es dictadura contra democracia, disputando como vivirá la gente en un mundo capitalista, globalizado y en plena revolución tecnológica. Es la confrontación de toda la historia de la humanidad -libertad o barbarie- pero en nuestro tiempo los principios y valores señalan a las dictaduras como crimen organizado y no como política.

(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista, politólogo, fue 5 veces ministro de Estado en Bolivia y actualmente es el Director Ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy.

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