Sostener las dictaduras es prolongar el sufrimiento de los pueblos
Por Carlos Sánchez Berzaín (*)
Los regímenes de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, con el apoyo de los gobiernos de Argentina y México, desarrollan una estrategia pretendiendo que el gobierno del Presidente Joseph Biden y las democracias cambien la política exterior de Estados Unidos para que las dictaduras sobrevivan. Buscan sacar a Cuba -la dictadura jefe- de la lista de países que promueven el terrorismo, cesar o atenuar las sanciones y abrir negociaciones. Se trata de conseguir tiempo para que dictaduras de crimen organizado y absolutamente inviables, sigan detentando el poder y prolongando el sufrimiento de los pueblos.
La característica común de las dictaduras de las Américas es “crisis”. La dictadura de Cuba ha retornado a una crisis mucho más grave que la de 1999. Venezuela con la dictadura Chávez/Maduro sufre una crisis humanitaria que asola a la región. Nicaragua ha incrementado la pobreza y la desigualdad y combate la crisis con represión. En Bolivia tratan de consolidar su dictadura electoralista ocultando el fraude y crímenes con que retomaron el control total del poder y echando mano a fondos privados de jubilación y créditos para pagar sueldos.
El objetivo de las dictaduras es detentar indefinidamente el poder y garantizarse impunidad. El discurso de lucha contra la pobreza y la desigualdad es falacia probada por centenas de nuevos ricos de los regímenes, sus familias y entornos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador con Correa y gobiernos como Argentina con los Kirchner, Brasil con Lula…con su enriquecimiento ilícito con impunidad con el poder.
En Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia no existen ninguno de los elementos esenciales de la democracia. No hay respeto a los derechos humanos ni a las libertades fundamentales, no existe estado de derecho, no hay división ni independencia de los poderes públicos, no hay elecciones libres ni limpias porque han hecho desaparecer el concepto de sufragio universal como expresión de la soberanía popular e instituido el mecanismo por el que la gente vota pero no elige, y no existe libre organización política con perseguidos, presos y exiliados políticos.
La “cuadriga dictatorial” de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua es victoriosa en detentar el poder como grupo de delincuencia organizada transnacional. Tiene record de violaciones a los derechos humanos y libertades fundamentales, con crímenes, masacres, torturas, apresamientos ilegales, presos políticos, apoderamiento de la justicia para perseguir y reprimir, con millones de exiliados de Cuba y Venezuela y miles de exiliados de Bolivia y Nicaragua como lo acreditan los registros de ACNUR y las centenas de denuncias estancadas en la CIDH.
Hay prueba plena -confesiones incluidas- de sus actividades de narcotráfico que han convertido a sus países en narcoestados, así como de su participación, auspicio y encubrimiento en terrorismo con la apertura de sus territorios a Irán (la Escuela antiimperialista del Alba), el soporte de las FARC y del ELN, la protección de criminales buscados internacionalmente, la participación en encubrimientos y crímenes de captura internacional. Se aplica ya la Convención de Palermo en tribunales de Nueva York y la Florida contra Nicolás Maduro y parte de los integrantes de su grupo criminal respecto a los que hoy se ofrecen recompensas por su captura de 15 a 10 millones de dólares por cada uno.
El grupo dictatorial comandado por Cuba está en crisis terminal. Tienen crisis social porque sus ciudadanos los repudian y luchan infructuosamente por terminar las dictaduras pese a la represión, los riesgos y la traición de opositores funcionales. Tiene crisis económicas resultantes de su modelo corrupto, centralista y estatista que los lleva a vivir de créditos donaciones y de remesas que envían los exiliados para que sus familiares cautivos sobrevivan. Tienen crisis política terminal porque solo se sostienen en el poder por la fuerza, la violencia, el fraude y la corrupción.
Quien sufre las consecuencias de todo este panorama son los pueblos, sin derechos y usados por las dictaduras como moneda de cambio y extorsión con el mensaje de que las sanciones o la falta de créditos concesionales o donaciones perjudican al pueblo que ellos oprimen. Las dictaduras reclaman mejores condiciones para seguir sometiendo a las personas y para sostener su sistema violatorio de los derechos humanos.
La campaña para que Estados Unidos y las democracias modifiquen su política hacia las dictaduras y las salven equivale a pedir ayuda para que el verdugo siga martirizando a sus víctimas, porque sostener las dictaduras con cualquier pretexto es prologar el sufrimiento de los pueblos y la inseguridad en la región.
(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista, politólogo, 5 veces ministro de Estado en Bolivia y actual Director Ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy.