La abstención respecto a la invasión de Rusia a Ucrania es apoyo al agresor
Por Carlos Sánchez Berzaín (*)
El sistema internacional que ha fracasado en impedir la “guerra de agresión” de Rusia contra Ucrania, al activar sus mecanismos para censurar y sancionar al agresor ha encontrado la respuesta mayoritaria contundente contra el régimen ruso, pero con abstenciones que presentan nuevamente pruebas que la confrontación mundial es “dictadura contra democracia”. La abstención en política internacional no es neutralidad y en el caso de la invasión de Rusia contra Ucrania es complicidad y apoyo al agresor porque es incumplimiento de la obligación de mantener la paz.
Abstención es “privarse voluntariamente de algo” y en las votaciones del sistema internacional es la “privación voluntaria del ejercicio de un derecho o la realización de alguna cosa”. La abstención significa “pasividad al opinar o dictaminar” y “negativa de votar”, pero no es neutralidad porque ser neutral es “no participar de ninguna de las opciones en conflicto”.
En el sistema internacional vigente el “mantenimiento de la paz y seguridad internacional” es una obligación de los Estados y de los gobiernos, por eso está expresamente prohibida la “guerra de agresión” y el único uso legítimo de la fuerza es la “legítima defensa” precisamente para casos de agresión.
Las acciones de Rusia contra Ucrania son “delito de guerra de agresión o crimen contra la paz” determinado por el Derecho Internacional consuetudinario, aplicado con condenas de pena capital por los tribunales internacionales de Núremberg y Tokio, fundamentado en la Carta de las Naciones Unidas y tipificado en el articulo 5 del Estatuto de Roma. Se trata de delitos infraganti, esto es probados en el mismo momento que se están cometiendo.
En las Naciones Unidas, en la Organización de Estados Americanos y en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas los gobiernos aliados, socios y cómplices de la dictadura de Rusia han optado por la “abstención” como manera de mostrar su simpatía con Rusia y al propio tiempo mantener negociaciones con beneficios con el sistema democrático.
Prueba de la maniobra infame que representa la “abstención, son las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua que optaron por la “abstención” luego de haber declarado públicamente su apoyo a los crímenes de agresión, contra la paz y de esa humanidad que comete la dictadura de Rusia.
La dictadura de Cuba se solidarizó con lo que llama “aspiraciones del pueblo ruso” y en su primer comunicado oficial sobre el tema culpó a Estados Unidos y a la Otan: “El empeño estadounidense en continuar la progresiva expansión de la OTAN hacia las fronteras de la Federación de Rusia, ha conducido a un escenario, con implicaciones de alcance impredecible, que se pudo evitar”.
Desde la dictadura de Nicaragua, Daniel Ortega apoyó públicamente la invasión rusa en el primer momento en la misma línea de la narrativa iniciada por la dictadura cubana. El dictador de Venezuela Nicolás Maduro llamó a Putin para “expresar su fuerte apoyo” en medio de la invasión y desde Bolivia el dictador en jefe Evo Morales declaró que “Rusia no invadió Ucrania sino que está sentando soberanía” y que –repitiendo la narrativa instruida por Cuba- que “los intervencionistas son Estados Unidos y la OTAN”.
Si a las declaraciones posteriores a la invasión de Rusia Ucrania agregamos las previas realizadas por el ministro de relaciones exteriores ruso con relación a la utilización de las dictaduras de Venezuela y Cuba como plataformas militares de agresión en el hemisferio occidental, la situación se aclara pero se agrava. Aún mas con el armamentismo ruso con que se ha equipado a la dictadura de Nicaragua en los últimos diez años y el desarrollo y actual construcción de una “planta de energía nuclear” en el altiplano de Bolivia por Rusia para aprovechar junto con Irán los recursos estratégicos de litio, uranio y otros que tiene Bolivia en el Salar de Uyuni.
Las dictaduras del socialismo del siglo XXI o castrochavismo en las Américas son parte del sistema no democrático que amenazan la democracia y la paz, ahora estructurado a nivel mundial con la invasión de Rusia a Ucrania. En el caso de la guerra de invasión de Rusia contra Ucrania, los regímenes de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua son y deben ser considerados como aliados incondicionales de los crímenes rusos porque al respaldaros y disfrazarlos con narrativas nacionalistas solo están repitiendo el encubrimiento de sus propios crímenes de lesa humanidad que con terrorismo de Estado comenten hace años contra sus pueblos.
Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua están apoyando y participando de los crímenes de Rusia con sus abstenciones en los organismos internacionales, mientras siguen obteniendo beneficios de los gobiernos democráticos y de los organismos internacionales.
(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista, 5 veces ministro de Estado en Bolivia y actual Director Ejecutivo del Intyeramerican Institute for Democracy.