Venezuela: ¡Ya está! (Lo que no está)
Por Hernán Maldonado
El servicio de inteligencia cubano (considerado hasta por expertos de la CIA como un organismo de muy alto nivel) muestra su enorme capacidad para distorsionar la verdad en los regímenes en los que trabaja, como Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
Se infiltra en todas las capas sociales e intelectuales para hacer que se vea o se considere una verdad, todo a lo que la luz del sentido común expresa que no lo es.
El meta es confundir a la gente, dominar a las masas, pervertir los medios de comunicación… Su objetivo de desmoralizar, desmotivar, desmovilizar y/o decepcionar a los votantes, de manera que el régimen castrocomunista se eternice en el poder.
En Cuba lo ha conseguido por 65 años la Revolución Cubana, al punto que hoy, pese a que el país pasa por penurias inimaginables, el régimen se muestra sólido y desafiante.
En cierta medida en muchos países, lo que logra esa repudiable labor es que la gente crea que ya no hay nada que hacer. Que, bajando los brazos, se convenza que el castrochavismo llegó para quedarse.
A esa labor infame se prestan “inocentemente” reputados personajes, muchos de ellos de los medios de comunicación, esparciendo la decepción, con la cantaleta de que “se ha hecho ya todo para sacarlos y no queda nada por hacer”.
Esta anomía social en Venezuela fue corregida por la valiente, inteligente y decidida acción de Maria Corina Machado, que con un trabajo de hormiga le devolvió a sus compatriotas la voluntad de luchar, de superar adversidades con el colosal triunfo en los comicios del 28 de julio que el régimen se niega a reconocer.
Machado ha dicho que esta vez la lucha del pueblo venezolano “es hasta el final” y se mantiene en sus 13, aun viviendo en la clandestinidad, porque la dictadura de Nicolás Maduro la busca para asesinarla.
A casi 90 días en que debe tomar posesión Edmundo González Urrutia, lo que Machado pide a sus compatriotas es calma y perseverancia. Yo le creo. Su lucha empezó hace 25 años y no ha cesado ni se ha desviado ni un milímetro de su objetivo.
Contrastando con su serenidad, estos días surgen rumores de todo tipo (los atribuyo al G2 cubano) sobre la inminencia de un acto militar que lleve al destierro o al cementerio al régimen chavista.
El más reciente de este semana fue propalado por el comunicador Orlando Urdaneta, exiliado hace dos décadas en Miami, quien anunció campante que “todo está listo” .
Más mesurado (y creíble) el comisario Iván Simonovis (también exiliado) dice que están dadas las condiciones y que habrá cambio de gobierno el 10 de enero.
Miguel Angel Rodríguez, veterano periodista venezolano que muy difícilmente come cuentos, le preguntó si “ese cambio” se producirá por acción interna o internacional. Simonovis respondió: Ambas.
Simonovis, un experto en inteligencia, demostró que maneja información muy confidencial, al extremo que reveló asuntos tratados en una reunión “secreta” en el ministerio del Interior de Diosdado Cabello.
Simonovis cerró la entrevista con una frase enigmática: Venezuela está viviendo una tormenta tropical, el huracán será en enero…
En fin, yo apelo a mi experiencia. Por muchos años en Venezuela surgieron versiones de que el chavismo jugaba sus últimas cartas, que agonizaba… etc. etc. para surgir luego con más fuerza represiva y con la gente decepcionada, al punto que después del 2018, OCHO millones de venezolanos se han ido del país.
Hace más de 20 años, la renombrada periodista Ibéyise Pacheco, publicaba en el diario El Nacional, supuestos trajines subversivos de los “comacates” (comandantes, capitanes y tenientes) para derrocar a Hugo Chávez. Todo fue una mentira. Hoy Pacheco sigue de “opositora” y su esposo (del que se divorció años después) resultó ser un chavista encubierto.
Tomemos, pues, todo, con beneficio de inventario (como dicen los contadores).