Bolivia: Desnacionalizan los nacionalizadores
Por Hernán Maldonado
De esto no quiere enterarse Luis Arce Catacora, el "industrializador" boliviano.
El militarote Hugo Chávez Frías, ideólogo y realizador de la "revolución bolivariana", en tiempo del precio del petróleo a 120 dólares el barril, se ufanaba de ser el nacionalizador "number one" de Venezuela.
Al contado o sin pagar, se hacía de empresas, fábricas, petroleras, acerías, etc. porque en su mente diabólica y poco cultivada, esos bienes debían estar en manos de los venezolanos, sus "verdaderos propietarios".
¡Así, así es que se gobierna!, gritaba la plebe enfervorizada. (La ignorancia es la semilla del populismo, acaba de decir Cayetana Alvarez de Toledo, la gran parlamentaria española).
Pronto, en manos del "papa-Estado", esas propiedades empezaron a quebrar una tras otra, dejando en la desocupación a cientos de miles de trabajadores.
El "papa-Estado", aun con fondos suficientes, indemnizaba y mantenía en pie a algunas de esas grandes industrias, como la petrolera o del acero.
¡Nacionalicese, nacionalicese!, gritaba el felón sin importarle que estaba destruyendo el aparato productivo venezolano.
Y la plebe todavía tenía los santos riñones de gritar en su apoyo en las calles: "Con hambre y sin empleo, con Chavez me resteo..." (Voy hasta el final).
Todo ese festín de demagogia acabó pronto y miles empezaron a hacer colas en las puertas traseras de los restaurantes para recoger de la basura algo con que alimentarse.
El sucesor de Chavez, Nicolás Maduro, con lo poco que quedaba y echando mano al oro explotado a diestra y siniestra por bandas nacionales y extranjeras en el estado de Bolivar,, creó la "cajita CLAP", contentiva de algunos alimentos básicos a distribuir, a precios subsidiados, entre los que se consideraban chavistas-bolivarianos.
Como en la Cuba castrista, el pueblo empezó a ser sometido por el estómago...
Ahora, 15 años después, el mismo Maduro dispone que 350 empresas nacionalizadas sean ofrecidas al capital privado para "reactivar la economía".
¿Se podrá ser más descarado, más cínico, más sinvergüenza?
En Bolivia el pontífice de la "industrialización", pese al fracaso de su modelo social comunitario, se muestra como enemigo de la empresa privada.
Parece no caer aún en cuenta que las industrias que creó su jefazo trabajan a pérdida, incidiendo poderosamente en la brutal crisis económica por la que atraviesa actualmente el país, sin dólares, sin combustibles, con precios elevados...
¿O me equivoco?