(Seis) Nada de los que pasa... Prensa

bomaher
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(Seis) Nada de los que pasa... Prensa

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(Seis) Nada de lo que pasa… Prensa.

Por Hernán Maldonado.


Unos trastornos de salud, nada graves, me han impedido en las recientes semanas finalizar estas notas sobre las que hay mucho más (caso de los médicos-esclavos, el G2 cubano, etc., pero creo que es arar en el mar). Hoy las concluyo porque estaban dirigidas especialmente a dirigentes políticos bolivianos que se sorprenden de cosas que pasan en el país.

Como dije desde la primera nota, nada de lo que ocurre actualmente en Bolivia, no pasó antes en Cuba. Nada es nuevo. El castrismo los transplantó a sus satélites de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, el Ecuador de Correa y al México del parlanchín Andrés Manuel López Obrador.

(Vale la pena destacar al valiente periodismo argentino independiente, que no se deja avasallar por el kirchnerismo y su ejército de palangristas, asi como al colombiano, de la mano de la revista Semana).

“La Revolución no se puede hacer con una prensa libre”, dijo una vez el aventurero Ernesto Che Guevara. ¡Claro!, en Cuba lo primero que hizo el castrismo fue hacer desaparecer a la prensa independiente. Desde hace 64 años allí solo funciona la TV, la radio y la prensa oficial.

La misma receta se aplica en Nicaragua, bajo el despotismo de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La semana pasada se informó que desde el 2018, la dictadura incurrió en 1.600 violaciones a la libertad de prensa. Fue asesinado un periodista, centenares fueron encarcelados o perseguidos. Muchos optaron por el exilio. Fue clausurada La Prensa, ese incuestionable bastión de la libertad.

En Venezuela, han desaparecido decenas de diarios, algunos casi centenarios, como El Universal, El Nacional, El Carabobeño, Panorama, El Impulso, El Siglo, etc.

El régimen les cortó el suministro de papel, los ahogó económicamente o simplemente los compró, como a El Universal, ese gran diario caraqueño que en sus mejores épocas tiraba ediciones dominicales hasta de 250 páginas estándar. Lo mismo ocurrió con Ultimas Noticias, el tabloide más vendido en Venezuela.

El gran diario El Nacional, fundado por el gran Miguel Otero Silva, fue puntal en llevar al poder a Hugo Chávez y, su enemigo, cuando el militarote se desvió del camino democrático. El lugarteniente de Chávez, Diosdado Cabello, enjuició al diario por supuesta difamación y la “justicia” le otorgó una indemnización impagable de 15 millones de dólares. Se apropió del diario. El que fuera su director, Henrique Otero, desde hace años vive en el exilio.

Pero el chavismo no hizo solo esos atropellos, sino que ahogó económicamente o compró radios y televisoras de alcance nacional y financió el surgimiento de medios comunitarios para propaganda.

La experiencia se repitió en Bolivia con Evo Morales quien sembró el país de “radios comunitarias”. También fundó o compró medios, como el diario La Razón o las televisoras ATB y PAT o las ahogó económicamente como al diario La Prensa, y últimamente a Página Siete, acusado (sin pruebas) por el propio Morales de ser un “medio prochileno).

El caudillo cocalero llevó su inquina contra la prensa independiente a alturas siderales enjuiciando a directores de El Diario, Página Siete, El Deber, Agencia de Noticias Fides, a los que acusó falsamente de haber distorsionado un discurso suyo. Los tildó de formar parte de un “cártel de la mentira”…

El juicio no prosperó, porque quizás la opinión pública tomó conciencia de lo dicho por el sacerdote Eduardo Pérez Iribarne, director de Radio Fides: “El verdadero cártel de la mentira, está en el Palacio de Gobierno”.

En el Ecuador de Correa se persiguió abiertamente a periodistas que osaban develar o criticar las fechorías oficiales. El sátrapa se permitía ofenderlos públicamente. En una de sus rueda de prensa, abochornó a una periodista al describirla como “gordita horrorosa…”

Y en el México actual, AMLO cree que los periodistas son sus enemigos. Sus presiones han logrado que varios de ellos fueran removidos de sus cargos, a condición de seguir recibiendo publicidad oficial. Notorio fue el caso de Carlos Loret de Mola. Bajo su gobierno han muerto ya una docena de periodistas, supuestamente asesinados por los narcos. (Con los narcos, abrazos y no balazos, fue su consigna).

Un caso que trascendió a los demás, dado su notoriedad, fue el atentado contra Ciro Gómez Leyva, en diciembre de 2022, quien escapó de milagro cuando su vehículo fue emboscado por pistoleros cerca a su domicilio. Se salvó por su chaleco antibalas.

Coincidencia o no. Estos atropellos contra los periodistas ya lo había anticipado AMLO en una entrevista que le hizo Jorge Ramos, de Univisión: “Si ustedes se pasan, pues ya saben lo que sucede. Pero no soy yo; es la gente”.

¡El descaro es total de los “revolucionarios” castrochavistas!
Septiembre 2023

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