Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




Regreso al comienzo




Gracias por
firmar el libro
de visitas




Artículo
anterior






Foro




Libros




CHAT ROOM
Tema Libre

Lunes 8 de diciembre del 2003


VENEZUELA: VOTOS SI, BALAS NO

Por Hernán Maldonado

Millones de venezolanos, como en las horas amargas de los 60, dijeron votos si, balas no. Pero, a la luz de las últimas declaraciones del presidente Hugo Chávez, uno se pregunta si esa magnífica tendencia continuará.

En aquellos años, al influjo de la Revolución Cubana, importantes grupos de la izquierda venezolana, algunos de cuyos líderes están ahora al lado de Chávez, se alzaron en armas y en más de una ocasión pretendieron perturbar los procesos electorales por la vía de los hechos.

Fracasaron. Y es que Venezuela tiene temor a saldar sus diferencias políticas mediante el uso de la fuerza. Votos si, balas no, fue la consigna que se acató en todos los procesos electorales desde 1958.

Con esa mentalidad millones de venezolanos, oficialistas y opositores acudieron recientemente a los procesos para recabar las firmas necesarias que hagan posible la revocatoria del mandato de sus autoridades.

Los oficialistas piden la revocatoria de diputados, los opositores la de Chávez, luego de haber cumplido la mitad de su mandato.

El chavismo acudió al "firmazo" sin que nadie perturbara su proceso. Fueron a estampar su firma decenas de miles de empleados públicos amenazados con la destitución, jubilados a los que se les dijo que no cobrarían si no firmaban y hasta miles de universitarios a los que se les ofreció becas de 100 dólares.

Los dos primeros días hubo relativa afluencia de público y el vicepresidente José Vicente Rangel muy suelto de cuerpo dijo que se habían recabado más de 7 millones de firmas por lo que la recolección de firmas en los dos días siguientes sería sólo la "ñapa". Más después se habló de 4.2 millones, aunque tras 15 días sólo han presentado 49.000 firmas.

Cuando le tocó a la oposición, la marea humana se mantuvo densa durante los cuatro días, pese a las amenazas de los círculos boliviarianos, los grupos de choque del régimen, de los abusos de algunos militares genuflexos y de una sucesión de trapacerias, como la de regalar bolsas de comida en barrios populares.

Esos venezolanos recibieron las bolsas de comida y aun así fueron a firmar contra Chávez. Aquí también siguió la tradición. En 1978 a Carlos Andrés Pérez poco le faltó para repartir dinero en las calles para que se apoyara a su candidato Luis Piñerua Ordaz. Pese al despilfarro multimillonario, el triunfador fue el opositor Luis Herrera Campíns.

Durante un año Chávez repitió cien veces en otras tantas cadenas nacionales por radio y TV que se sometería al referendo revocatorio si la oposición lograba reunir los 2.4 millones de firmas necesarias. El ofrecimiento del referendo frenó la violencia que se olía en las calles.

La oposición recabó 3.6 millones que en términos prácticos significa el "preaviso de despido" del mandatario. Pero el hecho es que ahora Chávez, sin ninguna prueba a mano, sostiene que más de un millón de esas firmas no son válidas. Pide que se revise cada firma, cada huella digital, una por una, algo que las autoridades electorales han rechazado.

Ya antes del "reafirmazo" de la oposición, logró que el Consejo Nacional Electoral (CNE), blindara la pureza del proceso incluyendo su realización en planillas especiales elaboradas sobre papel moneda difícil de falsificar.

Chávez logró inconstitucionalmente que se prohibiera a miles de venezolanos residiendo en el exterior que ejercieran su derecho de pedir el referendo. Los cuatro días de la recolección de firmas dispuso el cierre de la frontera con Colombia. Puso a soldados del ejército a vender alimentos a precios por debajo de su costo.

La Organización de Estados Americanos, el Centro Carter y el PNUD, que actuaron de veedores del proceso, declararon que no comprobaron que se hubiera producido un "megafraude" como denuncia ahora Chávez.

El pasado fin de semana en un alarde de fuerza Chávez encabezó una manifestación de 62.000 partidarios suyos, la mayoría de ellos trasladados a Caracas desde el interior en medio millar de autobuses. Los empleados públicos fueron conminados a desfilar so pena de despido.

En su encendido discurso amenazó con no acatar los resultados de la recolección de firmas, convocó a sus huestes a defender la "revolución bolivariana" y decidió que el 2007 volverá a presentarse como candidato dentro de sus planes de gobernar Venezuela hasta el 2021.

Chávez afirma que su gobierno no es el de Salvador Allende en Chile, porque está armado. En realidad lo que ha puesto sobre el tapete es que no quiere irse en paz. No seguirá el camino de los sandinistas nicaragüenses que perdieron el poder, pero no su vigencia política. Chávez, en su megalomanía, quiere hundirse con su barco.

Es un interrogante el juicio que se habrán formado los miles de miembros de las fuerzas armadas (a los que se les obliga a ver y leer sólo lo que dicen los medios oficiales), que estuvieron en los centros de recolección de firmas y quienes pudieron comprobar por si mismos durante ocho días de qué lado están las mayorías nacionales.

El CNE debe pronunciarse sobre la validez de las firmas en los próximos 30 días y de haber las suficientes convocar al referendo revocatorio para la primera quincena de abril. La suerte de Chávez tendrá que decidirse en las urnas, a menos que el revolucionario boliviariano quiera desenvainar el sable con el que hasta ahora amenaza sólo verbalmente a los que se le oponen.





!-- Piwik -->