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Viernes 28 de julio del 2017


VENEZUELA VIVE HORAS DECISIVAS

Por Hernán Maldonado

Venezuela inició esta última semana de julio la lucha frontal contra la dictadura de Nicolás Maduro con una gigantesca movilización que tiene el objetivo de evitar que se convierta “legalmente” en otro país comunista, como la Cuba de los hermanos Castro.

La “hora cero” empezó el 26 y 27 de julio con una impresionante huelga de los habitantes de este país, otrora el cuarto productor mundial de petróleo, y que en los últimos años encuentra a su gente muriendo en los hospitales por falta de medicinas y familias hurgando en la basura en busca de alimentos.

En 1958 una huelga parecida puso en fuga al dictador Marcos Pérez Jiménez, quien creía que había vencido a la ciudadanía con un amañado plebiscito. Quizás sea ese el antecedente de cómo la rebeldía popular se impuso al capricho de un gobernante decidido a eternizarse en el poder.

La corrupción y el abuso de los derechos humanos fueron el detonante de la caída de esa dictadura, porque con muchos menos recursos que el actual régimen, Pérez Jiménez modernizó Venezuela, construyó una formidable infraestructura que apenas ha sido superada por los gobiernos que le siguieron.

El gobierno de Hugo Chávez y su sucesor Maduro en 18 años ha recibido casi el cuádruple de ingresos petroleros que los que Venezuela obtuvo en 40 años de gobiernos democráticos. Toda esa catarata de dinero se fue en corrupción y en subsidios a una siempre hambrienta clientela electoralista.

Pero como terminó el barril de petróleo a $140 y actualmente se cotiza en una tercera parte, la época de las vacas flacas golpea inmisericorde a los herederos políticos de Chávez, quienes –con el añadido de su incapacidad-- están administrando un país que el militarote arruinó al destruir su aparato productivo con confiscaciones, estatizaciones y nacionalizaciones al granel.

El descontento popular hizo en diciembre del 2015 que la oposición ganara la mayoría calificada de la Asamblea Nacional, pero el régimen hizo todo para anular su competencia. Sabiéndose perdido en las urnas, también canceló la posibilidad de un referendo revocatorio a Maduro y aplazó indefinidamente las elecciones de alcaldes y gobernadores.

Cuando la Asamblea fue convertida en florero chino al pasar sus atribuciones ilegalmente a manos del Tribunal Supremo de Justicia, la reacción opositora fue convocar a la gente a la calle. Desde el 1 de abril los venezolanos protestan contra la dictadura con saldo dramático de 111 muertos, miles de heridos y detenidos.

El régimen, burlando la Constitución, convocó a un Asamblea Nacional Constituyente “para profundizar la revolución”, creyendo que los partidos políticos se tragarían el anzuelo. Se equivocó. Arreciaron las protestas, porque una ANC solo puede reunirse previa aprobación del pueblo soberano.

Como la represión es feroz y ha corrido ya mucha sangre, ahora la ciudadanía no solo quiere que se cancele el llamado a la ANC, sino que el régimen se vaya. Maduro y sus compinches han convocado a concentraciones populares y ni obligando a los empleados públicos llegan a sumar 20.000 personas.

A fines del 2002, Chávez se enfrentó también a una huelga general de casi 2 meses, pero salió triunfante porque todavía estaba indemne su popularidad y, lo que es más importante, el sector transporte no se sumó a la huelga. Esta vez no es así y Maduro está bebiendo vinagre. Esta aislado nacional e internacionalmente.

El diputado Freddy Guevara, líder opositor, llamó a las calles a levantar barricadas, este fin de semana “y los días que hagan falta”, hasta conseguir la libertad. En 1958 los militares decidieron la partida de Pérez Jiménez. El 2002, Chávez se deshizo de los militares. ¿El 2017? Amanecerá y veremos.