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Lunes, 25 de marzo del 2019


VENEZUELA: LA DICTADURA ENQUISTADA EN EL PODER

Por Hernán Maldonado

El dictador venezolano Nicolás Maduro Moros convoca a las calles a sus colectivos armados, los paramilitares, milicianos y delincuentes recién indultados (armados y uniformados como Guardias Nacionales), para que defiendan su régimen que se tambalea por presión interna e internacional.

Nunca antes en 20 años, como ahora, la dictadura chavista ha estado al borde de su derrocamiento. Se agotó su discurso populista porque los venezolanos demócratas y quienes los acompañan se cansaron de la demagogia, los asesinatos, los robos descarados, las mentiras y la corrupción galopante.

Jorge Giordani, que por más de una década fue ministro de finanzas del locuaz militarote Hugo Chávez, calcula que los oficialistas se robaron del patrimonio nacional alrededor de 100.000 millones de dólares, aunque la cifra verdadera podría ser el cuádruple.

Para muestra un botón. El teniente Alejandro Andrade, cercano a Chávez, acaba de ser encarcelado en Estados Unidos tras admitir lavado de dinero por 1.000 millones de dólares con un puñado de socios que ostentaban riquezas mal habidas en Miami y Nueva York.

Ahí está el quid de la cuestión. Los militares del alto mando están tan buchones que les importa un rábano si tienen que matar para conservar sus privilegios. Son amos de las industrias básicas a las que han quebrado (Petróleo, cemento, aluminio, hierro, electricidad, etc.), y tienen en sus manos la mitad de las 23 gobernaciones. Son mayoría en el Poder Ejecutivo en ministerios y viceministerios, embajadas, etc.

Los que no están lucrando con el narcotráfico (la justicia de EE.UU. tiene órdenes de detención contra varios de ellos) reciben bonos en dólares. El teniente José Colina, exiliado en Miami, habló con varios de sus ex compañeros que ahora con coroneles y le dijeron que su sueldo equivale a 400 dólares, pero reciben bonos mensuales que elevan esa suma a $15.000. ¿Crees que un nuevo gobierno me va a pagar esto?, le preguntaron (El sueldo básico en Venezuela actualmente equivale a poco más de SEIS dólares mensuales).

Pero no solo Maduro y sus secuaces confían en sus milicianos y militares peseteros. La seguridad de que se mantendrá en el poder se la dan los cubanos. Chávez calculó hace 7 años que en Venezuela estaban 63.000 cubanos, entre entrenadores deportivos, médicos, asesores, maestros y cooperantes internacionales, a cambio de los 100.000 barriles de petróleo diarios que le entregaba a Cuba.

Hoy esa cifra parece haberse reducido, pero son al menos 20.000 mercenarios con la orden de morir en defensa de la revolución chavista, so pena de pasar el resto de sus vidas cortando caña, como les ocurrió a los 1.000 cubanos que se rindieron en 1983 en Grenada ante los estadounidenses, antes que proteger al zurdito Maurice Bishop.

Y es que Cuba no podrá encarar otro “periodo especial” de hambre y miseria generalizadas como cuando cayó la Unión Soviética y se acabó el subsidio que por años recibían los Castro desde Moscú. Cuando la dictadura cubana agonizaba, apareció Chávez y Venezuela se convirtió en su nueva vaca lechera.

Simplemente Cuba no puede darse el lujo de perder a su “colonia”. El presidente (e) Juan Guaidó dispuso que no se le entregue ni un barril más de petróleo a Cuba, pero la medida es simbólica porque sólo EE.UU. podría hacer efectiva la medida. Y aún así hay dudas, porque los barcos petroleros navegan bajo banderas de diversos países.

Entonces ¿es inevitable la violencia y hasta la guerra civil? Parece que sí. Maduro y sus secuaces se muestran guapos y apoyados y amenazan morir como “héroes”, fusil en mano. ¿Habrá fractura – como muchos piensan – entre los militares? ¿Surtirá sus efectos el colosal bloqueo económico? No hay nada claro aún. Pero como Winston Churchill le dijo a su pueblo al entrar Inglaterra en guerra contra Alemania, a los venezolanos les esperan días de “sangre, sudor y lágrimas”. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.