Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 27 de septiembre del 2004


"TUTO" CALIENTA MOTORES

Por Hernán Maldonado

Jorge "Tuto" Quiroga tiene la mira puesta en el 2007. Claro, si es que Bolivia para entonces sigue apostando a las soluciones "políticas, electorales, constitucionales y democráticas", como le gusta llamar a estos procesos la Organización de los Estados Americanos.

Con miras a ese objetivo, uno de los más jóvenes líderes políticos del país, ha empezado a posicionar fichas, conversar con algunos de sus rivales de ayer, y hasta con potenciales enemigos, sin importar quiénes son y si tienen alguna cola de paja.

El "ejemplo del relevo generacional" en la política boliviana actúa, es este sentido, como cualquiera de los políticos tradicionales. "Pactar hasta con el diablo" con tal de lograr los objetivos propuestos, parece ser la consigna.

¿Qué otra lectura puede tener su pacto "desinteresado" de apoyar la reelección del alcalde de El Alto, José Luis Paredes, al que ayer nomás se acusaba de actos de corrupción cuando era uno de los grandes cacaos del Movimiento de Izquierda Revolucionaria?"

¿O cómo puede interpretarse su apoyo a la reelección del alcalde de Santa Cruz Roberto Fernández, un contumaz deudor del fisco como heredero del magnate cervecero Max Fernández?

"Tuto" declaró en los dos casos que obra "sin ningún interés politico", pero eso se lo creerán los incautos, porque a todas luces lo que está haciendo el ex presidente es tender puentes para su proyecto político de reinstalarse en el Palacio Quemado.

Ciertamente él o cualquier otro ciudadano tiene todo el derecho de aspirar a la presidencia, lo criticable son los métodos, las compañías escogidas y en cierta forma ese tartufismo tan peculiar que caracteriza a nuestros políticos tradicionales y por lo visto a los de la nueva hornada.

Porque no me dirán que eran sinceras las lágrimas de Quiroga sobre el hombro de Hugo Bánzer Suárez cuando el ex dictador devenido en presidente democrático estaba despidiéndose de este mundo, sin ningún arrepentimiento de sus años en los que era el amo y señor del país, dueño de vidas y haciendas.

Y tampoco me parece bien que Quiroga se hubiera escondido en las horas cruciales que vivió el país entre febrero y octubre del 2003. En las aciagas horas en que se esperaba que diera la cara para orientar, talvez para apaciguar los ánimos, se ocultó en su dorado retiro texano.

Ni siquiera quiso atender los requerimientos de los que lo buscamos para que le dijera al país su opinión. Para que expresara su palabra llamando a la serenidad y la reflexión.

Claro, ahora reaparece dando las primeras puntadas a su proyecto del retorno, como si guardara sólo para sí los secretos para sacar al país de la pobredumbre política, económica y social en la que se debate.





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