Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 6 de enero del 2008


EL TAMAÑO DEL RIDICULO

Por Hernán Maldonado

Con algunas excepciones notables, la mayor parte de la prensa internacional ha pasado por alto el enorme ridículo en que ha sido puesto el presidente Hugo Chávez por su colega colombiano Alvaro Uribe, con motivo de la frustrada liberación de los tres rehenes de las narcoterroristas de las FARC.

Chávez tiene cazada una pelea con Uribe al que últimamente le dedica su gruesa y procaz artilleria verbal. El colombiano ni siquiera contesta los insultos porque quizás considera que provienen de tan bajo que ni siquiera le llegan a la suela de sus zapatos.

"Mientras me quede de vida nunca más hablaré con Uribe", prometió Chávez tras calificarlo de "lacayo del imperio". Pero las FARC anunciaron que liberarian al trío, incluyendo a Clara Rojas y su pequeño Emmanuel, nacido en cautiverio. Entonces el venezolano debió nomás "hablar" con Uribe, al ofrecerse de mediador. Los ojos del mundo se posaron en Chávez, ya no como el gran derrotado por el pueblo venezolano que le frustró su intento de eternizarse en el poder en el referendo del 2 de diciembre, sino como el campeón de los derechos humanos.

Mientras la Federación de Ganaderos sostiene que hay 80 venezolanos secuestrados por las FARC, por los que Chávez no mueve ni un dedo, la entrega del trio colombiano tomó características epopéyicas. El teniente coronel, enfundado en su traje de campaña, boina roja incluida, armó un colosal despliegue militar en su campamento central de La Grita, cerca de la frontera colombiana.

Desde lejanos lugares llegaron tropas para la seguridad suya y de los garantes internacionales, incluyendo el ex presidente argentino Nestor Kirchner y el todopoderoso brasileño Marco Aurelio García, entre otros. Una flota de aviones congestionó el pequeño aeropuerto y dos grandes helicopteros pintados con los símbolos de la Cruz Roja fueron hasta Villavicencio, cabeza de playa de la liberación.

Doblado sobre un gran mapa en el suelo, Chávez movía un puntero señalando el curso de las operaciones del día y las horas siguientes ante el indisimulado asombro de la senadora colombiana Piedad Córdoba por la destreza del militar para mover tropas y aviones.

A la hora en que Chávez parecía empequeñecer al mismísimo D. Eisenhower planificando el desembarco de Normandía, en Colombia las FARC sabían que no le cumplirian a su amigo venezolano porque fueron incapaces de recuperar de un instituto de previsión social a Emmanuel, a quien hace años habían enviado con un correo dada su precaria salud.

Pasados cuatro días de la gigantesca "Operación Emmanuel", que incluía la presencia del cineasta estadounidense Oliver Stone, invitado de Chávez, Uribe apareció en Villavicencio para decirles a los observadores internacionales que el niño aparentemente estaba en Bogotá y que por eso las FARC no habían liberado a las dos secuestradas.

Todo hace suponer, como acaba de declarar Córdoba, que los servicios de inteligencia colombianos sabían todo lo relacionado con el niño y que Uribe, cuando lanzó su hipótesis, pisaba terreno firme. Así que Uribe "sin querer queriendo" desmontó el monumento a la gloria que afanosamente Chávez se construia en la frontera común.

Chávez furioso acusó al "irresponsable" Uribe de haber saboteado la entrega de los rehenes. Los exámenes de ADN mostraron ya que Emmanuel es el hijo de Clara Rojas y si hubo alguien que "dinamitó" a Chávez dejándolo en el más grande ridículo fueron las FARC. Además, quizás ahora el teniente coronel, que se cree el superlisto de la película, por fin sepa que, sin llegar a los insultos, hay otros más listos que él.





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